En
2023, las grandes urbes se enfrentan a un desafío multifacético.
Por un lado, está la demanda creciente de viviendas en un espacio
ya saturado y, por otro, la limitada oferta de suelos disponibles para
edificar. Esta combinación resulta en un encarecimiento sustancial
del precio del terreno en estas ciudades, haciendo que su valor sea desproporcionadamente
más alto en comparación con zonas menos demandadas.
Y aquí
es donde entra en juego la promoción de viviendas. Con costes de
suelo tan elevados, los promotores se ven obligados a transferir este aumento
de coste al consumidor final, haciendo que la vivienda en zonas urbanas
sea cada vez menos asequible. Esto genera una brecha socioeconómica,
donde las clases trabajadoras y medias enfrentan dificultades crecientes
para adquirir o alquilar una vivienda en áreas urbanas.
El desafío
no es solo económico. La centralización de la demanda en
áreas urbanas sin una oferta adecuada de suelos lleva también
a problemas de sostenibilidad, congestión y calidad de vida. Las
áreas metropolitanas se saturan, mientras que otras áreas
con menor demanda enfrentan el riesgo de despoblación.
Para afrontar
este reto, la guía práctica inmoley.com de director del suelo
ofrece herramientas y estrategias para entender y navegar el complejo mundo
del suelo urbano. Es fundamental abordar este problema desde múltiples
perspectivas: impulsar políticas públicas que fomenten una
distribución equitativa del suelo, promover la construcción
vertical y repensar el diseño urbano de nuestras ciudades.
La vivienda
asequible no es solo un derecho, es una necesidad. Y para garantizarlo,
es esencial que se atienda al problema subyacente del alto coste del suelo.
Las grandes ciudades deben adaptarse y evolucionar, garantizando que todos
sus habitantes tengan acceso a viviendas dignas y asequibles.
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