Las carencias
observadas en materia de control se deben tanto a una normativa inadecuada
a la evolución del sector, a la falta de recursos destinados a estas
misiones, como a una falta de gestión estratégica.
Esta falta
de gestión estratégica es en parte atribuible a los sucesivos
gobiernos europeos en todos sus ámbitos: estatales, regionales y
municipales.
En este contexto,
los desarrollos legislativos no han favorecido un enfoque global y una
visión estratégica de los temas. La voluntad de desarrollar
la atención domiciliaria se ha impuesto con razón como prioridad
estratégica del sector. Este objetivo prioritario no exime a las
autoridades de asegurar la gestión estratégica del sector
del alojamiento institucional, más concretamente de las residencias
de mayores.
Para asegurar
esta gestión estratégica, las autoridades de control y fijación
de precios disponen de varios instrumentos. La definición de planes
territoriales es el primero de ellos (planes departamentales en materia
de personas con discapacidad o pérdida de autonomía para
los consejos departamentales, plan sectorial dentro del plan regional de
salud teniendo en cuenta las necesidades en materia médico-social,
programa de apoyo interdepartamental por discapacidad y pérdida
de autonomía). Esta planificación permite determinar las
prioridades de financiación y mapear la oferta disponible.
Junto a estos
instrumentos globales, las administraciones disponen de otros más
específicos destinados a orientar el funcionamiento de los establecimientos,
como son la expedición de autorizaciones, la dotación de
medios presupuestarios y la contractualización. El análisis
del sector muestra que estos instrumentos no han permitido desarrollar
una verdadera gestión estratégica.
El enfoque
de las autoridades encargadas de cobrar siempre ha estado centrado en las
instituciones. La constitución de grupos multigestores de residencias
de mayores no ha sido realizada por las autoridades de control, mientras
que el diálogo de gestión que acompaña a la contractualización
y la asignación de créditos permanece en estado embrionario.
Al igual que
ocurre con el ejercicio del control, las elecciones realizadas en materia
de regulación tienen el efecto de dificultar el ejercicio de esta
dirección estratégica.
Las condiciones
de financiación de las residencias de mayores ilustran esta situación.
Las asignaciones presupuestarias se calculan en función del estado
de salud de los residentes y las autoridades de control ya no son competentes
para definir límites máximos de empleo.
Además,
la preocupación por la simplificación que presidió
la construcción del presupuesto y la normativa vigente, a partir
de una visión por establecimiento, no permite responder de manera
satisfactoria y estructurada a los desafíos del sector. Los cambios
deben ser considerados volviendo a colocar los hogares de ancianos en una
lógica del curso general de los ancianos.
Estos desarrollos
van en la dirección de una relajación de las restricciones
regulatorias para dejar un mayor margen de iniciativa a los establecimientos
y así cumplir con las expectativas de los actores.
Estos desarrollos
no van acompañados de una reflexión suficientemente profunda
sobre los métodos de gestión estratégica, sobre la
adecuación de los medios e instrumentos necesarios para esta gestión.
El tema de
las residencias de ancianos ha sido "dejado de lado"; por lo tanto, es
apropiado retomar este tema para asegurar su integración en una
política global en línea con las necesidades que surgirán
de los cambios demográficos en los próximos años.
Para el desarrollo
de sus actividades, los establecimientos y servicios sociales y médico-sociales
que trabajen con personas mayores, discapacitadas, infantiles o con dificultades
sociales están sujetos a la obligación de obtener autorización
administrativa de los servicios del Estado y/o asesoramiento general según
la categoría del establecimiento o servicio. Este sistema de autorización
debe lograr un equilibrio entre la posibilidad reconocida de que las autoridades
de precios decidan sobre la pertinencia de los proyectos que se le presentan
y el deseo de permitir a los actores la libertad de organización.
A la vista
de la evolución del sector de la atención a las personas
mayores, el desarrollo de soluciones residenciales y la necesidad de desarrollar
itinerarios, parece imprescindible una evolución del sistema de
autorizaciones.
Debería
estudiarse un nuevo sistema de autorización que permita la emisión
de autorizaciones globales que favorezcan la organización de estos
itinerarios (alojamiento permanente en residencias de mayores, alojamiento
temporal, guardería, servicio de ayuda a domicilio).
Este esquema
de autorización podría tener en cuenta la variedad de ofertas
en el sector y la pluralidad de actores. Sin pretender borrar las diferentes
formas de organización existentes en el sector, se podría
abrir una reflexión en profundidad sobre la conveniencia de un nuevo
régimen de autorización.
Hay que lanzar
una reflexión para que las normas de financiación animen
a los establecimientos a invertir más en prevención. En este
sentido, las modalidades de financiación deberían ajustarse
para tener más en cuenta las necesidades relacionadas con la atención
de los trastornos cognitivos y determinadas dotaciones deberían
estar condicionadas a indicadores encargados de medir el despliegue de
acciones preventivas.
También
deben revisarse las modalidades de financiación destinadas a promover
la gestión de las necesidades de apoyo de los residentes.
ESPAÑA
España
cuenta con 4,3 plazas de residencia por cada 100 habitantes mayor de 65
años, una de las coberturas más bajas de Europa, y pese al
envejecimiento creciente de la población desde el 2019 han crecido
menos de un 1% y han bajado incluso en Navarra, Aragón, Baleares,
Canarias y Extremadura por el cierre de centros.
La realidad
es que la falta de financiación pública ahoga a las residencias
concertadas, que son la mayoría porque una gran parte de la población
no puede financiar una plaza privada.
España
cuenta con 384.251 plazas en residencias de la tercera edad, según
los datos del CSIC, dos tercios de ellas públicas o con algún
concierto con el sector público, y se necesitarían 134.000
más para alcanzar los niveles de cobertura europeos, según
JLL.
La consultora
señala que es posible tener plaza en una residencia privada en algunas
comunidades a partir de los 1.700 euros mensuales. Sin embargo, para personas
con dependencia, los precios alcanzan los 2.800 euros/mes en ciudades como
Madrid, Barcelona o Bilbao. “Esa dificultad económica hace que solo
personas con problemas de salud vayan a las residencias, lo que hace que
los costes de los centros sean mayores, la operativa más compleja
y las estancias de los residentes más cortas que en otros países
europeos”, señala Juan Manuel Pardo, director del área de
vivienda de la consultora JLL.
La cobertura
de residencias de la tercera edad en España se sitúa por
debajo de la ratio del 5%, es decir, cinco plazas por cada cien mayores
de 64 años. El mercado español necesita 115 complejos adicionales,
con un total de 13.700 plazas, a los ya proyectados para no aumentar el
déficit de camas.
España
necesita 115 nuevas residencias de mayores hasta 2025 para controlar el
déficit El envejecimiento de la población augura un buen
futuro a las residencias de la tercera edad. Las necesidades del mercado
de residencias para la tercera edad se valoran a partir de la tasa de cobertura
recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuya
ratio recomendada es de cinco plazas por cada cien personas mayores de
64 años.
Las estimaciones
de JLL indican que esta tasa se sitúa actualmente en el mercado
español en el 4,18, siendo de las tasas más bajas en Europa.
Las oportunidades se expanden por todo el mercado español, si bien
se aprecia disparidad entre comunidades autónomas. Galicia, Andalucía,
Baleares, Comunidad Valenciana y Murcia muestran una tasa de cobertura
inferior al promedio nacional, entre un 2,4 y un 3,2. Por su parte, País
Vasco, Cataluña y Madrid guardan mayor similitud con el promedio
nacional, con ratios entre un 4,2 y un 4,4.
Dado la actual
ratio de cobertura a nivel nacional (4,18), se calcula que existiría
un déficit de más de 110.400 camas solo para satisfacer la
demanda actual. Además, esta demanda insatisfecha puede alcanzar
las 130.000 camas en 2025. No obstante, teniendo en cuenta el incremento
de demanda constante, para mantener la tasa de cobertura actual habría
que desarrollar 13.700 plazas adicionales a las que ya están en
el pipeline entre 2022 y 2025; es decir, se necesitaría aumentar
los proyectos futuros en 115 residencias.
Galicia, Andalucía,
Baleares, Comunidad Valenciana y Murcia muestran una cobertura por debajo
de la media La población de personas mayores de 64 años ha
pasado de representar un 8% en 1950 a un 20% en la actualidad en España,
y las previsiones son que siga aumentado, según se recoge en un
estudio elaborado por JLL.
Se calcula
que hacia 2040, España puede convertirse en el país más
longevo del mundo, superando a Japón, Suiza y Singapur, con una
esperanza de vida de 85,8 años.
La tasa de
dependencia en España se sitúa alrededor de un 30%, por debajo
de la media europea. Sin embargo, las estimaciones apuntan a que la dependencia
podría alcanzar el 50% de la población en 2050, superando
así el promedio europeo.
La pensión
media mensual en España se sitúa en 1.255 euros mensuales,
aunque los jubilados en el País Vasco, Asturias, Madrid y Navarra
perciben pensiones más altas, de entre 1.400 euros y 1.600 euros
mensuales.
Adicionalmente,
existe un cheque de dependencia que puede superar los 700 euros al mes.
Finalmente, también se debe tener en cuenta que nueva de cada diez
personas mayores de 64 años tienen una vivienda en propiedad.
Las estimaciones
de JLL son que en los principales mercados europeos sería necesario
construir entre 1,2 millones y 1,8 millones de camas de atención
sanitaria a personas mayores de acuerdo a la demanda actual y sin considerar
el crecimiento previsto de la población.
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