España
ha creado una secretaría de estado para la digitalización
y la inteligencia artificial. Algo similar a lo ocurrido en los emiratos
árabes, que han creado un ministerio para la inteligencia artificial.
El mayor reto
iberoamericano en inteligencia artificial es establecer estándares
procesables que sean adecuados para el propósito del sector público
para implementar los principios de política de alto nivel que están
siendo adoptados por los gobiernos.
Los Principios
de IA de la OCDE y los Principios de buenas prácticas
de la OCDE para la ética de los datos en el sector público
son dos herramientas clave para acompañar a los gobiernos en tales
esfuerzos. Estos aspectos deben incorporarse al diseño de las estrategias
del sector público desde el principio, y deben aprovecharse para
informar las decisiones de los líderes y profesionales por igual.
Según
los Principios de IA de la OCDE y la recomendación de la UNESCO
sobre la ética de la inteligencia artificial, la rendición
de cuentas es un elemento fundamental para el uso responsable de la IA
en el sector público. Las tecnologías emergentes y los métodos
de gobernanza, así como la creciente riqueza de datos disponibles,
están dando como resultado un replanteamiento de la responsabilidad
pública tradicional y los roles de estos actores.
El objetivo
es garantizar que el desarrollo y la implementación de algoritmos
en el sector público sean transparentes y responsables. Esta preocupación
es fundamental para la Ley de IA de la UE, que se encuentra actualmente
en discusión.
Garantizar
que aquellos que construyen, adquieren y usan algoritmos sean finalmente
responsables de sus impactos.
La Oficina
de Responsabilidad del Gobierno de EE. UU. (GAO, por sus siglas en inglés)
publicó Inteligencia artificial: un marco de responsabilidad
para agencias federales y otras entidades.
España
ha creado una Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial
independiente.
El Reino Unido
ha emitido uno de los primeros estándares nacionales de transparencia
algorítmica del mundo.
La Directiva
de Canadá sobre la toma de decisiones automatizada requiere que
las agencias que utilizan cualquier sistema que pueda generar decisiones
automatizadas completen una Evaluación de impacto algorítmica
en forma de cuestionario que calcula una puntuación de riesgo y
prescribe qué acciones deben tomarse.
El Tribunal
de Cuentas de los Países Bajos (NCA) desarrolló un
marco de auditoría para evaluar si los algoritmos cumplen
con los criterios de calidad. El gobierno también desarrolló
la herramienta de Evaluación de Impacto de Algoritmos
y Derechos Fundamentales
No obstante,
al aplicar su marco, el Tribunal de Cuentas de los Países Bajos
descubrió que seis de los nueve algoritmos auditados
no cumplían con los requisitos básicos, lo que exponía
al gobierno a importantes riesgos de seguridad y sesgo.
En el sector
privado destacamos el caso de CitizenLab, una start-up de govtech
belga que utiliza IA para clasificar y analizar automáticamente
miles de contribuciones recopiladas en plataformas de participación
ciudadana. Los servidores públicos pueden entonces identificar fácilmente
las prioridades de los ciudadanos y tomar decisiones en consecuencia.
Por último,
destacar la Directiva de Innovación en Contratación
Pública de Chile que ayuda a los servidores públicos
a aprovechar enfoques más innovadores para la contratación
pública y satisfacer las necesidades y demandas de nuevos productos
y tecnologías.
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