El BCE anunció
que terminaría su programa de compra de bonos en julio, como era
de esperar, y luego consideraría subir las tipos de interés.
Esto inmediatamente hizo que los mercados se pusieran nerviosos, lo que
provocó que los rendimientos de los bonos italianos y españoles
aumentaran su diferencial con el bono alemán.
El BCE tranquilizó
a los mercados al anunciar que creará una “herramienta antifragmentación”
para evitar una nueva crisis.
Esta herramienta
permitiría al BCE aumentar las tipos de interés y reducir
su balance al deshacerse de los bonos de países de bajo rendimiento
(es decir, bonos alemanes), mientras que al mismo tiempo continuar comprando
bonos de países de alto rendimiento como Italia y España.
Sin embargo,
los países del norte de Europa no son favorables a la perspectiva
de que el BCE financie los déficits italianos y españoles
en el futuro. En el peor escenario esta sería la única solución
para evitar unas crisis nacionales que afectasen al euro.
Y es entonces
cuando surgen voces discrepantes. No es lo mismo que Mario Draghi
siga en el gobierno tras las próximas elecciones a que no.
El problema
de fondo es que los países del sur no han podido hacer las reformas
exigidas y se han sobrendeudado. Y esto nos conduce a una segunda crisis
del euro por la misma causa que en 2013, el "spread" (la diferencia entre
los rendimientos de los bonos italianos/españoles y alemanes)
La diferencia
entre 2022 y 2013 es que el epicentro de estas preocupaciones está
en Italia y España, no Grecia. La relación deuda/PIB de Italia
se encuentra en un 150% y España ronda el 120%. Los rendimientos
de los bonos italianos han saltado del 0,5% a casi el 4% en menos de un
año (los rendimientos de los bonos se mueven inversamente a los
precios).
Si el BCE no
hubiera convocado su "reunión de emergencia" hace unas semanas,
podrían haber disparado aún más hacia la zona de peligro
de la insostenibilidad de la deuda.
El BCE tiene
un importante dilema: tiene que defender la integridad de la moneda única,
pero tiene prohibido financiar directamente los déficits de los
estados.
Los inversores
aprovechan esto hacen ventas de bonos para impulsar los rendimientos cada
vez más, hasta el punto de ruptura, cuando el BCE anuncia una intervención
directa. En ese momento, los inversores en bonos vuelven a comprar y se
embolsan la ganancia (Lagarde Put).
La inflación
y la necesidad de subir las tipos crean una situación muy complicada
para el BCE. Para contener la inflación, el BCE debería vender
deuda y sacar dinero del sistema, no comprar, pero si hace esto países
como Italia y España no podrán financiarse.
Por otro lado,
la inflación ha traído al mercado inmobiliario todos los
males posibles. Si el porcentaje de ingresos para comprarse una vivienda
era del 33%, vamos a superar el 40%. Si las hipotecas estaban caras, lo
van a estar mucho más y encima los bancos van a ser más restrictivos
en concederlas. Si el coste de los materiales de obra estaba retrasando
las obras, los promotores se lo van a pensar mucho más antes de
empezar un proyecto. De hecho, en la inmologística sólo se
inicia obra llave en mano (prevendida).
A modo de conclusión,
España entra en un túnel económico financiero del
que sólo se sale con reformas impopulares de control del gasto público,
algo imposible en período electoral, salvo que Europa vuelva a llamar
al orden como lo hizo en 2008. Un ejemplo, el peaje de las autopistas acordado
con Europa se debe imponer en 2023, año electoral. ¿Alguien
cree que se va a aprobar antes de unas elecciones generales?
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