La viceprimera
ministra Teresa Ribera dijo que las 14 rondas de conversaciones para reformar
el Tratado sobre la Carta de la Energía (TCE), incluida una propuesta
de la UE para eliminar gradualmente la cobertura del carbón, el
petróleo y el gas, han dejado en claro que el esfuerzo «no
logrará garantizar la alineación del TCE con el Acuerdo de
París y los objetivos del Pacto Verde Europeo”.
«En un
momento en que acelerar una transición hacia la energía limpia
se ha vuelto más urgente que nunca, es hora de que la UE y sus estados
miembros inicien una retirada coordinada del TCE», dijo.
Eso convierte
a España en el primer país en pedir públicamente una
salida del tratado.
El ECT permite
a las empresas demandar a los estados en tribunales cerrados por los ingresos
que pierden debido a cambios en la política del gobierno. Eso ha
llevado recientemente a juicios contra algunos países, incluidos
los Países Bajos, por las políticas de eliminación
del carbón.
Varios países,
incluidos España y Francia, han pedido previamente a la Comisión
Europea que prepare asesoramiento legal sobre la salida del pacto, que
incluye una cláusula que significa que los países aún
pueden ser demandados durante 20 años después de que se retiren.
Los miembros
del tratado de 54 países se reunirán el viernes para concluir
formalmente las conversaciones de reforma. Dos funcionarios de la UE le
dijeron a POLITICO que la propuesta de la UE de eliminar gradualmente las
protecciones de los combustibles fósiles durante 10 años
sigue en discusión, aunque Japón se opone.
Alemania, Países
Bajos, Polonia y España han dejado clara su frustración con
los intentos de reformar el TCE, y han expresado recientemente sus dudas
de que la UE pueda cumplir su mandato de acoplar ese tratado con las directrices
del Acuerdo de París sobre el cambio climático.
Esos cuatro
países han invitado a la Comisión Europea, que negocia en
nombre de los 27 Estados miembros de la UE, a evaluar cómo podría
iniciarse una “retirada coordinada”, respetando los procedimientos de la
UE, y empezar a preparar «posibles escenarios de salida…)”, según
revelan los cables filtrados.
Japón
sigue siendo un obstáculo importante en las conversaciones y ha
«dado pasos atrás en la definición de inversión
y desarrollo sostenible», que son las piedras angulares legales de
la arquitectura del tratado, según se afirma en los cables.
Junto con Azerbaiyán,
Tokio también «se resiste a la referencia a los derechos de
los trabajadores» en el tratado reformado y se opone a los cambios
en la definición de «actividad económica», que
es el aspecto más controvertido porque la UE pretende eliminar gradualmente
la protección de las inversiones en combustibles fósiles.
Firmado en
1994 para proteger las inversiones transfronterizas en el sector energético,
el Tratado sobre la Carta de la Energía ha sido objeto de crecientes
críticas por parte de grupos ecologistas y gobiernos europeos, según
los cuales obstaculiza los esfuerzos de los países por eliminar
los combustibles fósiles.
El acuerdo
es polémico porque permite a los inversores extranjeros solicitar
una compensación financiera a los gobiernos si los cambios en la
política energética afectan negativamente a sus inversiones.
A modo de ejemplo, las empresas energéticas RWE y Uniper han utilizado
el tratado para demandar al gobierno holandés por su plan de eliminación
del carbón.
Las conversaciones
para reformar el tratado se iniciaron en julio de 2020, pero hasta la fecha
apenas han avanzado.
ESPAÑA
Y FRANCIA ENCABEZAN EL RECHAZO
La reforma
de la Carta es un asunto espinoso pues requiere la unanimidad de sus más
de 50 signatarios, entre los que se encuentran casi todos los países
de la UE, y la Unión Europea, en tanto que organización internacional.
Francia y España
han sido los más firmes partidarios de una reforma radical y han
pedido a los países de la UE que abandonen conjuntamente las negociaciones
si no se producen avances para finales de 2022.
Pero aunque
la última ronda de negociaciones fue algo más positiva que
las anteriores, «las negociaciones también fueron difíciles
y los avances fueron menores de lo que la Comisión Europea esperaba»,
dicen los cables filtrados.
El ejecutivo
de la UE trata ahora de cerrar un compromiso bilateral con Japón
que incluya un plazo de 15 años para la eliminación de las
inversiones existentes.
Bruselas confía
en que otras partes signatarias respeten estos acuerdos y lleguen a un
acuerdo político el próximo 24 de junio, durante una Conferencia
“ad hoc” sobre la Carta de la Energía en Bruselas. La Conferencia
estará precedida el 23 de junio por una reunión de un día
del Grupo de Modernización del Tratado, que podría limar
los desacuerdos de última hora.
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