La crisis
financiera mundial de 2008 se originó en la economía estadounidense,
pero su impacto en las economías emergentes (como Iberoamérica)
y en desarrollo fue mucho peor, porque los inversores huyeron a la seguridad
de los activos estadounidenses.
Y cuando las
expansiones masivas de liquidez y las tipos de interés ultrabajos
que siguieron en los países desarrollados provocaron que los flujos
de capital especulativo se extendiesen por todo el mundo, los países
de ingresos bajos y medianos quedaron expuestos a mercados volátiles
sobre los que tenían poco o ningún control. Que es la situación
en la que se encuentran ahora algunos países iberoamericanos.
De manera similar,
el rápido endurecimiento monetario de hoy ha revelado cuán
letal puede ser tal integración. Para muchas economías iberoamericanas
en desarrollo y emergentes, la globalización financiera es similar
a un castillo de naipes.
Un nuevo e
importante artículo del economista holandés Servaas Storm
muestra el alcance del daño colateral que podría causar el
endurecimiento monetario en los países de ingresos bajos y medianos.
Es probable
que los aumentos de las tipos de interés en EE. UU. y Europa den
lugar a más crisis de deuda e incumplimientos, pérdidas significativas
de producción, mayor desempleo y fuertes aumentos de la desigualdad
y la pobreza, lo que conducirá al estancamiento económico
y la inestabilidad en países iberoamericanos en desarrollo.
Las consecuencias
a largo plazo podrían ser devastadoras. En su último Informe
anual sobre comercio y desarrollo, la UNCTAD estima que los aumentos de
los tipos de interés de EE. UU. pueden reducir los ingresos futuros
de los países en desarrollo (excluyendo a China) en al menos $ 360
mil millones.
Si EE. UU.
y Europa no consideran el impacto de sus políticas en los países
en desarrollo, los efectos seguramente se extenderán a sus propias
economías.
Desde los organismos
financieros internacionales se debería apoyar a las economías
iberoamericanas en desarrollo y emergentes para buscar una mayor autonomía
fiscal y libertad de política monetaria. Pero en la práctica
no parece que haya margen para excepciones con los países en desarrollo,
con lo que estos países en desarrollo no podrán gestionar
los flujos de capital de manera diferente a los países desarrollados,
lo que les impedirá remodelar sus patrones comerciales.
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