La política
energética de la UE impone comercializar la electricidad en mercados
mayoristas donde el objetivo es cubrir la demanda de energía durante
cada hora del día siguiente. Los mercados siguen un modelo marginal,
lo que significa que el precio final de la electricidad para el día
siguiente está vinculado al precio del combustible más caro
necesario para satisfacer la demanda proyectada. El sistema está
diseñado para brindar a las empresas de servicios públicos
la oportunidad de recuperar inversiones y gastos operativos.
Si el 100 por
ciento de la demanda se puede satisfacer con energía eólica,
solar y nuclear, que tienen costes de generación muy bajos, el precio
de la energía puede ser muy bajo o incluso negativo.
Precisamente
esto es lo que sucedió el año pasado, durante la primavera
de 2020, cuando la demanda de electricidad era baja y las energías
renovables tenía una producción alta. Pero fue un espejismo
porque Europa estaba inmovilizada por la pandemia Covid.
Pero cuando
la demanda esperada excede la oferta que se puede generar con energía
limpia, se deben usar combustibles fósiles costosos para satisfacer
la demanda, y el precio de la energía está vinculado a ese
valor.
Es entonces
cuando se notan las subidas del gas natural y del petróleo.
Es por eso
que el aumento en los costes del gas natural es una mala noticia para los
precios de la energía.
El gobierno
español ha escrito a la Comisión Europea lo siguiente:
"En los últimos
tres años, hemos reducido a la mitad la intensidad de las emisiones
de nuestro mix de generación y hemos reducido drásticamente
la participación de las centrales eléctricas de combustibles
fósiles" … "Sin embargo, las plantas de combustibles fósiles
siguen fijando el precio y están detrás del repentino aumento
del coste de la electricidad".
La Comisión
Europea ha rechazado la propuesta de cambio alegando que el sistema actual
"garantiza un flujo rentable" y promueve la "protección de los consumidores
vulnerables".
Los expertos
están de acuerdo con la Comisión Europea. Las configuraciones
alternativas, como los modelos de pago por licitación, en realidad
han llevado a precios más altos en los lugares donde se han implementado.
Luego está
el Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) que está diseñado
para fijar un precio a los gases de efecto invernadero y ayudar a impulsar
la descarbonización. Durante años, el EU ETS se estancó
en alrededor de € 5 por tonelada, pero una serie de reformas de mercado
(titulización de los derechos) ha disparado el precio por razones
especulativas (ventas y reventas de los ETS por fondos especulativos).
Se espera que
los precios de ETS aumenten aún más, lo que genera mucha
preocupación sobre los futuros aumentos de los precios de la energía
en países como Polonia, que depende del carbón
El problema
de fondo es que el equilibrio entre la oferta y la demanda de energía
en la UE es muy volátil dependiendo de la rapidez con la que se
eliminen los combustibles fósiles y se incorporen las energías
verdes (estudio del grupo de expertos Bruegel).
Debido al sistema
de mercado marginal (el precio final de la electricidad para el día
siguiente está vinculado al precio del combustible más caro),
y hasta que se desarrollen baterías a gran escala para almacenar
energía renovable cuando las condiciones climáticas sean
desfavorables, los países de la UE seguirán enfrentándose
a situaciones similares.
No se espera
que la capacidad de almacenamiento necesaria para resolver el problema
se instale en la UE hasta dentro de una década.
En conclusión,
la política europea de descarbonización energética
está descompensada con la tecnología actual para las energías
renovables. Europa no puede permitirse una década perdida por una
elevación artificial y constante del coste de la energía.
Políticamente es difícil reconocer la precipitación
en la transición energética, pero la realidad es la que es.
Mejor reconocerlo cuanto antes y tomar medidas urgentes.
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