El uso de
inteligencia artificial, satélites y tecnologías de imágenes
3D están ayudando a las ciudades a identificar áreas con
alto riesgo de propagación del virus. En este sentido, los datos
locales han demostrado ser vitales para la respuesta a la crisis del COVID-19
porque se han convertido en conocimientos que pueden ayudar a formular
estrategias de respuesta en tiempo real.
Por ejemplo,
en Río de Janeiro, una aplicación proporciona información
en tiempo real sobre la propagación del virus en los barrios marginales
para complementar los datos a menudo limitados e inexactos que los gobiernos
municipales suelen tener sobre estos asentamientos.
El proceso
de transformación urbanística de los asentamientos ilegales
es un reto gigantesco que comprende la urbanización, la dotación
de infraestructuras, el acceso a la educación, la integración,
la seguridad. El concepto del urbanismo no se puede limitar al hormigón,
es más extenso y es ahí donde las nuevas tecnologías
descubren las necesidades y advierten de los riesgos.
El reto de
los asentamientos ilegales es muy complicado, como se ha demostrado en
Madrid y otras ciudades españolas. La llegada constante de población
a las ciudades genera estas situaciones por la imposibilidad de acceso
a una vivienda social.
La demanda
supera a la capacidad de oferta de vivienda, especialmente en Latinoamérica
donde el 80% de la población vive en ciudades. La atracción
de la ciudad supone una llamada a la supervivencia, lo que hace que la
llegada de nuevos habitantes sea constante. La realidad hace que se queden
a vivir en barriadas ilegales y marginales que generan un riesgo social
y un reto imposible para las autoridades.
En Madrid hay
asentamientos ilegales de más de 50 años. El problema se
ha perpetuado y no hay modo de solucionarlo. Se han integrado muchos asentamientos
ilegales, pero algunos permanecen con las consecuencias de inseguridad
y delincuencia que conllevan.
Las nuevas
tecnologías ofrecen dos soluciones: (i) permiten informar de la
densidad poblacional y la ocupación de suelo, y (ii) aporta tecnologías
de rápida construcción provisional. No son una panacea, pero
es mucho más de lo que se tenía, a lo mejor sirven para iniciar
un camino que como poco ocupará el siglo XXI.
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