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21 de agosto de 2020
NOTICIA
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Diferencias
entre la inversión inmobiliaria y la inversión en activos
financieros como deuda pública.
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Transparencia
de la bolsa vs valoraciones inmobiliarias. Los mercados de capitales cotizados
en bolsa y la deuda pública son activos financieros de enorme transparencia,
pues están en mercados desarrollados y muy eficientes, de manera
que el inversor tiene en todo momento conocimiento del valor de su inversión,
en caso de que desease enajenarla. No es el caso del mercado inmobiliario
de inversión, donde la mayoría de las veces las transacciones
de compraventa o el montante de las rentas que paga un arrendatario en
un inmueble dado no son públicas. Por ello es necesaria la existencia
de valoraciones de los inmuebles. Así, el propietario del activo,
o un potencial comprador, pueden saber el valor de mercado de ese activo
específico. Esto no tendría sentido en el mercado de capitales,
pues simplemente mirando las cotizaciones sabemos el valor de nuestra inversión
al instante. En transacciones inmobiliarias no existe un mercado público
centralizado, como sí ocurre en el mercado de capitales. La dispersión
y opacidad a lo largo de la geografía es considerable y, si se quiere
invertir en bienes inmuebles en un área nueva, es necesario
asesorarse con detalle en ese mercado concreto, dedicando tiempo y esfuerzo
a ello, dado el montante habitual de este tipo de inversiones. |
1. Diferencias entre
la inversión inmobiliaria y la inversión en activos financieros
como deuda pública.
a. Transparencia
de la bolsa vs valoraciones inmobiliarias.
Los mercados de capitales
cotizados en bolsa y la deuda pública son activos financieros de
enorme transparencia, pues están en mercados desarrollados y muy
eficientes, de manera que el inversor tiene en todo momento conocimiento
del valor de su inversión, en caso de que desease enajenarla.
No es el caso del mercado
inmobiliario de inversión, donde la mayoría de las veces
las transacciones de compraventa o el montante de las rentas que paga un
arrendatario en un inmueble dado no son públicas. Por ello es necesaria
la existencia de valoraciones de los inmuebles. Así, el propietario
del activo, o un potencial comprador, pueden saber el valor de mercado
de ese activo específico.
Esto no tendría sentido
en el mercado de capitales, pues simplemente mirando las cotizaciones sabemos
el valor de nuestra inversión al instante.
En transacciones inmobiliarias
no existe un mercado público centralizado, como sí ocurre
en el mercado de capitales. La dispersión y opacidad a lo largo
de la geografía es considerable y, si se quiere invertir en bienes
inmuebles en un área nueva, es necesario asesorarse con detalle
en ese mercado concreto, dedicando tiempo y esfuerzo a ello, dado el montante
habitual de este tipo de inversiones.
b. Liquidez de la bolsa
vs iliquidez de los activos inmobiliarios.
En general, los productos
financieros son más líquidos que los activos inmobiliarios.
Podemos dar órdenes de compra de acciones cotizadas en el Ibex35
que se materializan de inmediato. Y lo mismo para la deuda pública,
dada la enorme solvencia del emisor.
Los activos inmobiliarios
son, en principio, menos líquidos y resulta muy normal tardar meses
o más en vender un activo (en situaciones normales de ciclo económico,
no en una crisis como la actual) desde que se dan las instrucciones de
venta.
Pero también es cierto
que un edificio de oficinas en zona prime, con arrendatario triple A y
contrato de obligado cumplimiento a largo plazo, que otorga en estos momentos
una rentabilidad superior a la media del mercado, seguramente se enajenaría
muy rápido.
c. Costes de transacción
más costosos en las ventas inmobiliarias.
Entendemos por costes de
transacción los que se devengan en el momento de una transacción
de compraventa. En el caso del mercado de capitales, fiscalidad aparte,
los costes son muy bajos, pues, por ejemplo, el corretaje para volúmenes
bajos de contratación pueden situarse en el orden del 0,1%.
Sin embargo, en las compraventas
inmobiliarias, y dependiendo también de la complejidad del inmueble
y de la transacción, necesitaremos incurrir en costes de abogados,
notarios, registro de la propiedad, constituciones hipotecarias, honorarios
de intermediación, etc., que nos podrían situar perfectamente
en el entorno del 5-7% del importe de la transacción.
d. Costes de gestión
de activos (asset management)
Los activos inmobiliarios
son activos físicos y, sólo por su tenencia, deben asumirse
una serie de gastos: mantenimiento y conservación, impuesto de bienes
inmuebles, administrador de fincas y gestión de arrendatarios (ya
sea mediante asesoría externa o estructura propia). La mera tenencia
de acciones o bonos no implica esto, aunque comúnmente todas las
cifras de rentabilidad inmobiliaria ya vienen deducidas por estos costes.
Además, en muchos casos, en los bienes inmuebles de inversión
se repercuten estos gastos al arrendatario, por lo que mientras esté
ocupado el inmueble, éstos no son costes reales.
e. Rentabilidad bolsa
vs rentabilidad inmobiliaria.
El activo con mayor rentabilidad
total (efectos rentas + efecto capital) se compara con los bonos del Estado
y los 35 valores más importantes de
la bolsa española.
f. Volatilidad
Volatilidad en sus rentabilidades
comparada con la deuda del Tesoro Público y la bolsa.
2. ¿Por qué
invertir en inmobiliario?
Las principales razones para
invertir en el inmobiliario terciario e industrial (comercial property)
son las siguientes:
a. Diversificación
del riesgo.
En un amplio portafolio de
activos de inversión, el inmobiliario está poco correlacionado
con el valor de la bolsa y la deuda pública, por lo que es una clara
opción de diversificación de la volatilidad de las rentabilidades
esperadas de esta cartera.
Es menos líquido y
más opaco, pero enormemente consistente, sobre todo para patrimonialistas
a largo plazo, no tanto para inversores especulativos cortoplacistas.
b. Rentas recurrentes.
Los inmuebles terciarios
arrendados otorgan rentas recurrentes de menor volatilidad que la producida
por los dividendos de las acciones cotizadas. Un inmueble puede quedar
vacante, pero si se solicita una renta de mercado, debiera ocuparse de
nuevo en tiempo razonable.
c. Apreciación.
En una economía en
crecimiento, el propio activo aumenta su valor, otorgando plusvalías
latentes a su propietario. Esta apreciación debe sumarse a la rentabilidad
otorgada por las rentas de alquiler.
d. Inflación.
La inflación se repercute
a las rentas por contrato de arrendamiento, por lo que éstas siempre
varían proporcionalmente con el IPC.
Lo mismo ocurre con el valor
del inmueble, que se aprecia al capitalizar rentas incrementadas por IPC.
e. Financiación.
Mientras las rentas varían
con el IPC, esto no ocurre con el apalancamiento o financiación
externa utilizada para la adquisición del activo, que depende de
los tipos de interés de mercado. El crédito hipotecario ha
permitido fuertes volúmenes de inversión en bienes
inmuebles porque las entidades financieras han visto muy favorablemente
que la garantía de estos préstamos fueran los propios activos
que se adquirían.
f. Gestión del
activo (asset management).
Dado un activo terciario
de inversión, también podemos aumentar su valor con la gestión
apropiada.
La mejora puede venir: por
el cambio a un arrendatario más solvente, por un plazo superior
de período contractual, por incremento de las rentas o, incluso,
por la disminución de los gastos de mantenimiento.
Se trataría de activos
con recorrido, gracias a la gestión del patrimonialista.
3. Adquisición directa
o indirecta de inmuebles.
a. Vehículos
de inversión inmobiliaria.
Tradicionalmente, los inversores
que buscaban tener una posición en inversión inmobiliaria
tenían dos opciones: comprar directamente activos o comprar acciones
de empresas inmobiliarias cotizadas. Sin embargo, se han desarrollado otros
vehículos de inversión.
b. Tenencia directa de
bienes inmobiliarios
La mera tenencia de varios
edificios en arrendamiento otorga, obviamente, una rentabilidad.
Sin embargo, una de las características
del activo inmobiliario como bien de inversión es que no tiene por
qué seguir un determinado índice, pues se caracteriza por
un montante de inversión grande, una heterogeneidad en parte debida
a la importancia de la ubicación del activo y altos costes de gestión
y transacción, además de menor liquidez, como ya se ha visto
anteriormente.
Los costes de transacción
provocan tenencias por más tiempo del que sería razonable
en el mercado de capitales y la heterogeneidad produce un alto riesgo para
un activo específico, en lo referente a la sostenibilidad de los
rendimientos de éste. Claramente esto es de aplicación en
inversiones pequeñas. Sin embargo, más adelante analizaremos
cómo esta opción se demuestra más rentable a largo
plazo que la compra de acciones en general y, además, menos volátil
en sus rendimientos.
c. Adquisición
de acciones de empresas inmobiliarias cotizadas
Es el caso particular de
la adquisición de acciones de empresas cotizadas en bolsa pertenecientes
al sector inmobiliario. De igual modo que otros sectores tienen sus especificidades
en el mercado de capitales (energía, tecnológicas, etc.),
también el sector inmobiliario cotizado merece un análisis
específico y por ello existen, en distintos mercados, índices
específicos para este segmento de actividad.
En España, al contrario
de lo que ocurre en otros mercados, es mayoritario el perfil promotor que
el patrimonialista y en muchas ocasiones ambos perfiles coexisten en la
misma empresa, siendo negocios muy diferentes.
Sí existen, sin embargo,
estudios en otros mercados cotizados de mayor volumen donde pueden compararse
los rendimientos y la volatilidad de valores cotizados del sector inmobiliario
con la adquisición directa de ese tipo de bienes.
La EPRA (European Public
Real Estate Association) es una entidad que agrupa a las principales empresas
patrimonialistas con intereses en Europa, incluyendo fondos de inversión
y entidades financieras con fuerte posición en el mercado inmobiliario
(en España, Inmobiliaria Colonial es miembro de EPRA). Esta asociación
de empresas cotizadas promueve la transparencia entre los inversores, mejorando
el entorno operativo y animando a la fortaleza y cohesión del sector
promoviendo las best practices en él.
d. Vehículos de
inversión colectiva
A pesar de la fuerte expansión
del sector inmobiliario, las instituciones de inversión colectiva
en este sector no han tenido una gran relevancia en España y hay,
además, una gran confusión terminológica.
Según la CNMV, los
fondos se dividen en fondos de carácter financiero y fondos de carácter
no financiero, dependiendo de que inviertan directamente en inmuebles o
en acciones de sociedades inmobiliarias cotizadas:
Fondos inmobiliarios
Dentro de la modalidad de
fondos de carácter no financiero se encuentran los fondos inmobiliarios
(FII), que son instituciones de inversión colectiva, no financiera,
cuyo objeto es la captación de fondos para destinarlos a la compra
de inmuebles (viviendas, oficinas, locales comerciales, aparcamientos,
etc.) con el objetivo de explotarlos en alquiler. En España, su
reglamento no llegó hasta 1992. En él se estableció
su marco jurídico, que se ha ido perfeccionando en función
de la demanda y las necesidades del mercado.
El Banco de España
exige una tasación una vez al año; las tasaciones se realizan
por el método de capitalización de rentas de alquiler teniendo
en cuenta que el activo tiene arrendatarios y las condiciones del contrato
afectarán a la valoración.
Este tipo de fondo es para
clientes de un perfil conservador y a largo plazo suelen obtener una rentabilidad
superior a la renta fija. Es una manera de participar en un proyecto inmobiliario
colectivo y diversificado, aunque su liquidez es menor que la de otros
fondos.
Fondos mobiliarios del
sector inmobiliario.
Amparados en la legislación
de los fondos mobiliarios (de carácter financiero) han aparecido
fondos especializados en el sector inmobiliario. Estos fondos, incluidos
en el grupo de fondos sectoriales, no pueden invertir en inmuebles directamente,
sino que invierten en empresas cotizadas del sector. Su rentabilidad está
más relacionada con el ciclo bursátil y su riesgo es mucho
mayor, ya que están expuestos a los ciclos de la construcción,
y su rentabilidad es superior en la parte positiva del ciclo.
Real estate investment
trusts (REIT) y SOCIMIs
Un tipo de inversión
colectiva inmobiliaria son los REIT. Nacidos en Estados Unidos en 1960,
son sociedades anónimas de inversión inmobiliaria que generalmente
cotizan en bolsa y con la ventaja fiscal de impuesto de sociedades casi
nulo, siempre que se distribuyan en forma de dividendo la mayor parte de
los beneficios de la sociedad. Reino Unido y Alemania aprobaron una legislación
específica en el 2007 y recientemente en España, en el 2009,
se aprobó la Ley de Sociedades de Inversión en el Mercado
Inmobiliario (SOCIMI). Las SOCIMI son entidades que cotizan en un mercado
secundario cuya actividad principal es la adquisición, promoción
y rehabilitación de bienes inmuebles urbanos para su arrendamiento,
así como la tenencia de participaciones de otras SOCIMI.
Productos derivados (property
derivative) del sector inmobiliario basados en índices.
En los últimos años
se ha producido la emergencia del mercado de productos derivados del sector
inmobiliario basado en índices publicados como los aquí ya
mencionados IPD (Reino Unido, Europa) y NCREIF (Estados Unidos). Quizá
el mercado más activo ha sido, tradicionalmente, el británico,
con un volumen anual de 4,8 billones de euros.
Un derivado de un activo
inmobiliario (property derivative) es un derivado financiero cuyo valor
se deriva del valor de un activo inmobiliario real subyacente. En la práctica,
debido a la ya analizada dificultad de establecer un precio de las transacciones
con activos inmobiliarios concretos, los contratos de este tipo de derivados
están basados en un índice como los arriba citados. En definitiva,
se persigue obtener una representación más ajustada de la
rentabilidad de las propiedades subyacentes.
Un ejemplo de ello son las
property index notes (PIN). El vendedor del PIN paga el índice IPD
anual al vencimiento (incluye plusvalías de capital y rentabilidad
de las rentas de alquiler) y durante el período de tenencia del
PIN paga, además, lógicamente, de manera cuatrimestral la
rentabilidad de las rentas provenientes del alquiler. Es como un bono.
Esto quiere decir que la contraparte que lo adquiere está recibiendo
un rendimiento de su inversión equivalente a la rentabilidad del
mercado inmobiliario terciario de Reino Unido, como si hubiese comprado
un portafolio de propiedades, pero con menos costes de transacción,
mayor transparencia y liquidez.
De todos estos temas se trata
en la guía práctica del “Inversor inmobiliario. Desde el
inversor inmobiliario particular al gran fondo”, desde una perspectiva
práctica y profesional.
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