Una de las
cuestiones más importantes que hay que considerar, de forma conjunta
a los multiplicadores, es que el impulso a la inversión privada
por parte del Gobierno debiera generar una movilización adicional
de financiación privada, a través de la colaboración
público-privada, lo que se puede denominar como un efecto apalancamiento
sobre la inversión privada. En este sentido, el Banco Europeo de
Inversiones muestra, en el Informe de 2019 del Fondo Europeo para Inversión
Estratégica, que, combinando los efectos de apalancamiento y los
multiplicadores, y aplicados sobre el total de la financiación (la
que aporta el Fondo y la movilizada), consigue un impacto en la economía
de 15 veces la aportación inicial de dicho Fondo. En el caso de
España y con la financiación procedente del NGEU, se ha estimado
que por cada euro procedente del plan destinado a transferencias de capital
para cofinanciar proyectos de inversión privada se podrían
movilizar tres euros adicionales para inversión procedentes del
sector privado. Los principales retos de la economía española
de cara a 2021 serán, por un lado, que los niveles de deuda y déficit
no se incrementen con la misma intensidad que en 2020 y que se lleve a
cabo un aprovechamiento adecuado de los fondos provenientes de la Unión
Europea. Para esta última cuestión es imprescindible que
se inviertan en proyectos viables, con perspectiva de largo plazo que permitan
retornos futuros y orientados, en sus principales hitos, por una visión
empresarial. Por ello resulta fundamental que estos recursos financieros
sean capaces de estimular la inversión privada y que se potencie
la colaboración público-privada. Las mejoras de las infraestructuras,
la digitalización, la apuesta por la banda ancha, las energías
renovables y la eficiencia energética, así como la adaptación
de los sistemas educativos para apoyar las habilidades digitales y la formación
educativa y profesional a todos los niveles son algunos de los campos en
que se debe incidir. Para esto es imprescindible que se uniesen las reformas
estructurales necesarias para ayudar a elevar nuestro crecimiento potencial,
tanto en el corto como en el medio y largo plazo. Los fondos procedentes
de Europa son una oportunidad que no debe desaprovecharse y que ha de gestionarse
de forma eficiente, por lo que sería positivo que fuese de la mano
de reformas estructurales que permitan un mayor crecimiento de la productividad
y de la competitividad de nuestra economía, así como aquellas
que favorezcan el aumento del PIB potencial. Para un adecuado aprovechamiento
de estos fondos, es imprescindible que se inviertan en proyectos viables,
con perspectiva de largo plazo que permitan retornos futuros y orientados,
en sus principales hitos, por una visión empresarial. Por ello,
resulta fundamental que sean capaces de estimular la inversión privada
y que se potencie la colaboración público-privada. Las mejoras
de las infraestructuras, la digitalización, la apuesta por la banda
ancha, las energías renovables y la eficiencia energética,
así como la adaptación de los sistemas educativos para apoyar
las habilidades digitales y la formación educativa y profesional
a todos los niveles son algunos de los campos en que se debe incidir. |