“La moderación
de las caídas en julio y agosto cobra sentido si recordamos que
son datos que se comparan con los del segundo semestre de 2019, cuando
el consumo de cemento volvió a números rojos varios meses,
cerrando finalmente el cómputo de julio a diciembre en una caída
del 0,2%”, añade García Brosa.
En el conjunto
del año móvil (sept’19-ago’20) la caída se eleva al
7,5%, con una pérdida cercana a las 1.100.000 toneladas. El consumo
acumulado en los últimos doce meses se sitúa, por tanto,
en los 13,4 millones de toneladas, unas cifras comparables a las de los
peores años de la última crisis.
“Para 2021
resulta difícil aventurar una previsión, dado el escenario
sanitario y económico tan cambiante en el que vivimos. El aumento
del déficit y la deuda pública, y el hecho de que los recursos
procedentes de la UE, que puedan destinarse a la inversión pública,
no empezarán a apreciarse de forma significativa hasta el año
2022, sumado a que, hasta dentro de dos años no se espera recuperar
el nivel de visados de vivienda que había en 2019, nos llevan a
prever una evolución en el consumo de cemento de entre una caída
del 5% a un crecimiento del 1%”, apunta el presidente de Oficemen. 2021
no será el año de la recuperación”, afirma García
Brosa.
URGENCIA
DE UN PLAN ESPECÍFICO PARA EL SECTOR CONSTRUCCIÓN
“El sector
constructor y sus industrias auxiliares necesitan con urgencia un plan
específico de infraestructuras y vivienda que permita, no solo aprovechar
el potencial de generación de empleo de la construcción –hasta
400.000 empleos según cifras aportadas recientemente por el conjunto
del sector-, sino también dinamizar el conjunto de la economía
nacional, muy maltrecha por la caída del turismo, que, hoy por hoy,
es difícilmente recuperable mientras no se disponga de una vacuna”,
añade.
García
Brosa concreta que, “Ese plan debería incluir infraestructuras vinculadas
con la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo y debería también
relanzar la demanda en el sector residencial en cuanto a obra nueva (por
ejemplo, mediante un plan público de vivienda social para alquileres
a largo plazo), o facilitar el acceso a los jóvenes a su primera
vivienda a través de avales del Estado. La construcción de
ejes ferroviarios descentralizados, como el Corredor del Mediterráneo
y la mejora en los accesos a los puertos deben ser también una prioridad
de ese plan”.
“En 2021
apenas se notaría el efecto, que veríamos más bien
en 2022”, puntualizó García Brosa, “de la construcción
dependen 1,3 millones de empleos y se trata de un sector con capacidad
de arrastre sobre otros”.
El sector constructor
convive estos meses de crisis con la congelación de proyectos de
edificación. Si en 2019 se visaron 106.000 viviendas, en este 2020
se esperan 71.000, y no más de 72.000 para el próximo año.
“Las cementeras españolas mantienen 30 millones de toneladas de
capacidad de producción porque aún tenemos la esperanza de
que pueda estabilizarse un consumo doméstico de 20 millones de toneledas
y unas exportaciones de 10 millones. Para ello, el país debería
construir entre 150.000 y 200.000 viviendas al año, y la inversión
en infraestructura tendría que colocarse entre el 1,5% y el 2% del
PIB, como sucede en países comparables”, afirmó el presidente
de Oficemen.
Además
de un plan de emergencia para la construcción, la patronal ve imprescindible
la rápida aprobación del estatuto de consumidores electrointensivos
con el fin de abaratar la factura de la luz a los productores: “Este mecanismo
funciona en Francia o Alemania; no entendemos cómo en España
suelen surgir dificultades adicionales para una aprobación que creemos
inminente”, dijo Aniceto Zaragoza, director general de Oficemen.
El diferencial
en los costes de producción que deriva de una electricidad más
cara o de los propios derechos de emisión de CO2, debería
compensarse con mecanismos de ajuste en frontera sobre el cemento importado,
insistió el colectivo. Solo la caída de tres millones de
toneladas en ventas al exterior entre 2016 y 2019, señala la asociación,
equivale a la producción media de tres o cuatro fábricas.
El problema
del cemento con las exportaciones es parecido en subsectores como el azulejero,
cerámica u otros afines de la construcción. La Confederación
Española de Asociaciones de Fabricantes de Productos de Construcción
(CEPCO) destacó un descenso del 13,6% en la venta al exterior de
este tipo de productos respecto a los siete primeros meses de 2019. La
suma baja a 12.804 millones (un 13,6% menos) y el saldo comercial es de
2.714 millones (un 7,4% a la baja). Los materiales de construcción,
incluido el cemento, tiene un peso de casi el 9% en las exportaciones españolas.
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