En tiempos
de crisis, como la actual, los gobiernos no deberían decidir suplantar
al sector privado, como está sucediendo con la colaboración
público privada. Sirva de ejemplo en España la paralización
del plan de carreteras en régimen de colaboración público
privada.
Los analistas
financieros internacionales advierten de que todos los incentivos para
hacer inversiones y gastar en exceso gracias a la compra de bonos soberanos
por el BCE, no tardará en condicionar la estabilidad financiera
de los países europeos que superen los parámetros de deuda
sobre PIB por encima de un 110% PIB.
Según
estos analistas, los elevados niveles de deuda con respecto al PIB en que
incurren la mayoría de los países de la eurozona no se reducirán
a niveles prepandémicos, y menos aún a niveles sostenibles.
El analista
Daniel Lacalle se pregunta ¿si todas esas "inversiones" masivas
que algunos gobiernos de la eurozona están anunciando son rentables,
productivas y promoverán el crecimiento y el empleo a largo plazo,
por qué ninguna de ellas se implementó en el período
2014-2019 a pesar de los bajos tipos de interés?
La respuesta
no está sólo en la generación de deuda estatal, sino
en la selección productiva de las inversiones en infraestructuras.
Pero el peor
de los problemas es que muchos países de la eurozona se han basado
en la política monetaria para disfrazar los desafíos estructurales,
y que la política monetaria se ha convertido en una herramienta
para ganar tiempo para no tener que implementar reformas estructurales.
Y aquí sí hay un gran problema en la duplicidad de normativas
productivas entre el ámbito estatal y el autonómico. Esta
reforma estructural sí que atraería la colaboración
público privada como modelo de financiación de infraestructuras
generadoras de empleo.
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