Bajo el presidente
filipino, Rodrigo Duterte, el país del sudeste asiático está
experimentando un auge de infraestructura que alcanza a 75 proyectos emblemáticos,
que incluyen seis aeropuertos, nueve ferrocarriles, tres conectores de
tránsito rápido, 32 carreteras y puentes, y cuatro puertos
marítimos que ayudarán a reducir los costes de producción,
mejorar los ingresos rurales, fomentar las inversiones en el campo, hacer
que el movimiento de bienes y personas sea más eficiente y crear
más empleos.
El gobierno
también pretende construir cuatro instalaciones de energía
que aseguren un suministro de energía estable a precios más
bajos; diez proyectos de recursos hídricos, así como sistemas
de riego que elevarán la producción agrícola; cinco
instalaciones de control de inundaciones que ayudarán a proteger
a las comunidades vulnerables, así como a aumentar su resiliencia
contra el impacto del cambio climático; y tres programas de reurbanización
que ofrecerán soluciones sostenibles para satisfacer mejor las necesidades
de la población urbana.
El Banco Mundial
espera que el Producto Interno Bruto (PIB) de Filipinas crezca un 6,7%
en 2018 y 2019, el más alto en el sudeste asiático.
Según
un estudio autorizado por la Agencia de Cooperación Internacional
de Japón (JICA), la congestión del tráfico en Manila,
causada por una infraestructura deficiente, tuvo un precio diario de P2,4
mil millones ($ 45 millones) en 2012, una cifra que se espera que alcance
casi Triple para el 2030.
Según
el informe de competitividad del Foro Económico Mundial 2017, Filipinas
se ubicó en el puesto 97 en el mundo en términos de infraestructura.
En un informe separado de las Naciones Unidas, Filipinas ocupó el
quinto lugar en el sudeste asiático en términos de acceso
a infraestructura física.
A diferencia
de proyectos anteriores, se está abandonando la modalidad de PPP
a favor de una mayor dependencia de los ingresos del gobierno, así
como de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD), particularmente
de Japón y China, como sus principales fuentes de financiamiento
de infraestructura.
Para respaldar
la nueva modalidad, China ha ofrecido $ 7,3 mil millones en inversiones
en infraestructura, y Japón, que ha sido un inversior líder
en Filipinas durante décadas.
No obstante,
la ambiciosa visión de la infraestructura podría verse obstaculizada
por desafíos crónicos (gestión de riesgos). Los expertos
han expresado dudas sobre la capacidad de absorción de las agencias
gubernamentales para emprender proyectos de manera competente y puntual;
riesgo de corrupción a gran escala y anomalías en las licitaciones
que afectan a proyectos extranjeros; falta de trabajadores de la construcción
y mano de obra calificada; así como la creciente presión
sobre el peso filipino y las reservas internacionales debido a la necesidad
de importar bienes intermedios y tecnología para el auge de la infraestructura.
Los partidarios,
sin embargo, afirman que incluso si el gobierno no logra la mitad de sus
ambiciosos objetivos, estamos hablando de una edad de oro en la infraestructura
en el país.
-
La pregunta que
surge y que hacemos a todos nuestros lectores es si sería viable
un proyecto similar en los países iberoamericanos.
Pulse
aquí para compartir su opinión.
|