Los activos
objetivo también se han ampliado y a los inmuebles clásicos
(oficinas, retail, logística y hotel) se han unido otras alternativas,
que incluyen residencias de ancianos y estudiantes, atención médica,
estaciones de servicio y
carteras residenciales.
Este último sector tiene aún gran potencial ya que los principales
bancos españoles y Sareb mantienen en sus libros tanto activos inmobiliarios
adjudicados como deuda hipotecaria impagada que, progresivamente, se transforma
en adjudicados. El universo inversor se ha expandido y hay en España
espacio suficiente para todos los perfiles de riesgo y costes de capital.
Después
de más de cinco años de recuperación y consolidación
económica, una laxa política monetaria a nivel europeo y
una fuerte actividad en el mercado de capitales, varios segmentos del mercado
han alcanzado rentabilidades mínimas, incluso por debajo de los
niveles observados en el pico del ciclo anterior (2007-2008). Aunque en
los últimos cuatro años se ha visto un aumento de los valores
capitales de entre el 15% y el 35%, se espera que el crecimiento de los
retornos
futuros se
produzca a través de mayores rentas y niveles de ocupación.
Los actores
del mercado español son de alcance global pero los más activos
provienen de las grandes economías europeas, y el movimiento de
capitales internacional sigue siendo fundamental.
Las Socimis,
que extraen más del 75% de su capital de los inversores en el extranjero,
muy probablemente rotarán parte de sus portfolios, que ahora se
consideran maduros o no estratégicos, lo que dará al mercado
liquidez adicional.
Los fondos
de valor añadido, en busca de oportunidades en ubicaciones secundarias
o en activos con potencial para el despliegue de CAPEX, son los jugadores
más dinámicos. Los inversores con menores costes de capital,
como las compañías de seguros y los fondos de pensiones,
seguirán buscando activos prime, en Madrid, Barcelona e incluso
otras ciudades clave.
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