El mercado
inmobiliario está en plena ebullición tras los envites de
la crisis. De todos modos, las subidas son desiguales, según las
zonas. Lo cual indica que la homogeneización del sector será
complicada.
Por un lado,
hay que ver la desigual variación de precio que está experimentando
el mercado de la vivienda. En algunas ciudades, como en Madrid, Barcelona,
Málaga, Sevilla o Valencia, la escalada en los precios ha sido exponencial
y hemos podido llegar a ver subidas de dos dígitos en determinadas
ubicaciones dentro de estas ciudades. En otras, parece que la recuperación,
tras la última crisis, arranca más lentamente. Por otro lado,
mientras empiezan a escucharse los primeros ecos de la llegada de una nueva
crisis, vemos que, algunos fondos, en vez de desinvertir como sería
de esperar, siguen comprando y haciendo acopio de suelos, a unos precios
que indican todo menos una salida repentina del mercado nacional.
Si miramos
en otra dirección, la vivienda nueva se vende con facilidad y los
stocks se agotan rápidamente, provocando subidas constantes en los
precios de las promociones a medida que éstas se van vendiendo en
las zonas calientes.
Y si damos
una vuelta de tuerca, los tipos de interés están en valores
que no hemos visto jamás y con las contrataciones de hipotecas a
tipo fijo en unos niveles estratosféricos. Lo cual, en cierto modo,
es una gran noticia, ya que todos los que tienen contratado este tipo de
hipotecas podrán hacer frente a su pago, aunque suban los tipos
de interés, al contrario de lo que ocurrió en la última
crisis.
En principio,
se presume que hasta que se convoquen elecciones y tengamos un nuevo gobierno,
nos vamos a encontrar en una situación de statu quo en el que las
tendencias se irán moderando.
El mercado
de alquiler está replicando al mercado de compraventa y parece que,
después de años de subidas en las principales ciudades, los
precios empiezan a estabilizarse. Este segmento, además de la demanda
habitual, se ha visto muy afectado por la consolidación de los alquileres
de corta estancia, más rentables que los de largo plazo. Estos han
sido los grandes estimuladores de la subida del precio, ya que han retirado
del mercado del alquiler de largo plazo muchas viviendas, reduciendo la
oferta en gran medida en zonas localizadas en el centro de las capitales.
Las políticas municipales de desplazamiento y deslocalización
de este tipo de alquileres de fin de semana, no solucionan el problema
del incremento de los precios de alquiler. Si no hay viviendas disponibles
en el centro para alquileres turísticos, la gente las buscará
fuera, con lo que seguirá reduciéndose la oferta para alquiler
a largo plazo. Y esto provocará que también se incrementen
los precios en zonas donde todavía se mantienen en un nivel razonable.
En este punto,
cualquier medida de ayuda al alquiler que se proporcione al arrendatario
de largo plazo en forma de subvenciones o desgravaciones, también
llevará al incremento del precio del alquiler. Porque va a aumentar
la renta disponible de los que quieran alquilar, por lo tanto, aumenta
la demanda.
Al final el
mercado es soberano y sólo medidas que lleven al incremento de la
oferta pueden provocar un descenso en los precios. Porque se está
intentando regular algo que ha crecido rápidamente y cuando lleguen
las supuestas soluciones, el mercado ya se habrá corregido. Las
leyes siempre van por detrás y, en vez de arreglar los problemas,
generan otros.
Caminos desiguales,
¿por qué? Las islas y las grandes ciudades son las locomotoras
de la recuperación del mercado de la vivienda, con subidas anuales
sostenidas de dos dígitos.
El resto sigue
a la cola de la recuperación y, como decíamos, hay ciudades
donde la caída no ha terminado.
¿A qué
se debe esta desigualdad que trato de reflejar en el título? La
actividad económica es la que marca la evolución de los mercados.
Las personas migran hacia aquellas áreas donde hay trabajo y mejoran
sus sueldos. Esto provoca que el mercado discurra por caminos desiguales.
Pero hay otro
punto relevante, donde las Administraciones tienen un gran cometido. Tras
la crisis se ha producido una descoordinación en la generación
de suelos y eso provoca escasez y subidas de precios.
Y lo que ha
pasado es que se han unido alta demanda con un escenario económico
bondadoso, favorecido por tipos de interés al 0 por ciento, y escasez
de oferta, unido a la rentabilidad de la inversión en vivienda y
la fortaleza del comprador extranjero. El resultado: una combinación
explosiva.
Rapidez en
las ventas, precios al alza… ¿Cuál será la tendencia?
Ralentización, no recesión. La tendencia creciente de los
precios es fácilmente explicable atendiendo al aumento de la demanda
y la limitación de la oferta actual. La actividad promotora no está
generando todavía una nueva producción que permita atender
una demanda estructural cercana a 150.000 viviendas anuales.
No obstante,
ya se atisban algunas nubes en la coyuntura general. La inestabilidad mundial
obliga a la prudencia. Eso sí, la tendencia será a la ralentización
de la economía, no a la recesión. Los tipos de interés
son otro factor que no debemos olvidar. A distintas velocidades, Europa
y Estados Unidos pondrán fin a los estímulos monetarios.
La inflación crecerá y la subida de tipos será inminente.
Los principales afectados serán los que tengan hipotecas a tipo
variable.
Todos los actores
del mercado debemos analizar y tener cautela. Los promotores, no hacer
locuras en las inversiones. Las Administraciones, generar suelo en aquellas
zonas donde hay demanda y así evitar subidas de precios. Las entidades
financieras, criterios adecuados en la evaluación de riesgos. Y
los compradores, ver cuál es su situación, pedir el préstamo
adecuado y analizar situaciones futuras
Fuente: http://www.eleconomista.es/premium/pdf.php?idPDF=9025&proc=bol
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