El concepto
tradicional de Smart City se ha descompuesto en diferentes ámbitos.
El modelo específico sobre la base del adoptado por el Parlamento
Europeo, ? se desagrega en seis áreas: economía inteligente,
gobernanza inteligente, entorno inteligente, movilidad inteligente, sociedad
inteligente y bienestar inteligente?, pudiendo ser desdoblado esta última
en dos ámbitos: seguridad, y sanidad y salud.
El Destino
Turístico Inteligente aúna los conceptos de sostenibilidad,
accesibilidad, conocimiento e innovación tecnológica en torno
a los destinos turísticos. No sólo se dotará de inteligencia
a la infraestructura del destino para fomentar el desarrollo eficiente
y sostenible e incrementar la calidad de vida de los residentes, que son
requisitos básicos de la ciudad inteligente, el valor añadido
que aporta el concepto de destino turístico inteligente es la consideración
del visitante/turista como centro del mismo. En este sentido, situar al
visitante como eje de los desarrollos facilitará la generación
de sistemas inteligentes integrales, orientados a mejorar su integración
e interacción con el destino (antes, durante y después del
viaje), creando elementos que faciliten la interpretación del entorno,
agilicen la toma de decisiones e incrementen la calidad de su experiencia
vacacional y de ocio.
Un Destino
Turístico Inteligente es un espacio innovador consolidado sobre
la base del territorio y de una infraestructura tecnológica de vanguardia.
Un territorio comprometido con los factores medioambientales, culturales
y socioeconómicos de su hábitat, dotado de un sistema de
inteligencia que capte la información de forma procedimental, analice
y comprenda los acontecimientos en tiempo real, con el fin de facilitar
la interacción del visitante con el entorno y la toma de decisiones
de los gestores del destino, incrementando su eficiencia y mejorando sustancialmente
la calidad de las experiencias turísticas.
La complejidad
y heterogeneidad del Destino Turístico Inteligente requiere la actuación
conjunta de la empresa privada, las administraciones públicas, las
entidades de formación y las entidades de I+D+i, para elaborar y
hacer efectivo un plan de acción integral que involucre otros aspectos
además del estrictamente turístico, a saber: tecnológico,
económico, social, medioambiental, arquitectónico, jurídico,
cultural, etc.
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