Ese desprecio
a la calidad también lo sufrimos después todos -como bien
se recordó-, porque se convierte en los célebres modificados
de obra, que son caldo de cultivo de corruptelas; en cualquier obra, un
buen proyecto inicial es una garantía frente a los sobrecostes.
Una forma de
recuperar esa calidad son los concursos restringidos -al menos para contratos
superiores a 300.000 euros- que seleccionen de cuatro a ocho empresas en
función de criterios objetivos, como su capacidad económica,
su capacitación técnica, su experiencia o su control de calidad
y medioambiental. Sólo después de haber escogido a las mejores
se considerarían sus ofertas económicas.
Esta fórmula
de contratación es la menos empleada en España, pero es la
referencia en la UE, EEUU, el Banco Mundial y otros organismos internacionales.
El Proyecto de Ley la considera la más adecuada para los servicios
de índole intelectual, como la ingeniería, pero en el preámbulo;
nada se indica sobre ella en el articulado... Pero hubo consenso total
entre los ponentes para incorporarla al texto vinculante de la futura ley.
Esta ley, que
está en trámite parlamentario y es la trasposición
de la Directiva Europea de Contratación, en la que España
acumula ya un año de retraso, debe corregir el excesivo peso del
precio respecto a la calidad técnica en las ofertas que se presenten
a las licitaciones. En la actualidad el precio siempre tiene más
peso que la calidad, pero las ingenierías reclaman que la calidad
decida en un 80%.
Para acabar
con las subastas de ingeniería, los ingenieros de caminos piden
que la calidad suponga un 80% de la valoración de las ofertas en
las licitaciones y que se ponga coto a las bajas temerarias.
A día
de hoy, las entidades dependientes del Ministerio de Fomento o de Agricultura
se alejan mucho de este punto de partida, a excepción de Adif que
hasta hace unos meses daba al precio un peso del 75% en las adjudicaciones
y recientemente lo ha reducido hasta el 51%. El caso extremo por su parte
es Aena, que contrata mediante subasta pura y dura y sólo exige
un mínimo de acreditación técnica.
EL CONCURSO
RESTRINGIDO COMO NUEVA FÓRMULA
Por otra parte,
las ingenierías consideran que la Administración debería
ampliar sus miras en sus fórmulas de contratación, y utilizar
el concurso restringido, al menos para contratos de presupuestos superiores
a 300.000 euros. Este mecanismo ha sido tradicionalmente el menos utilizado
en España y, a pesar de que lo contempla la ley, siempre se ha obviado.
Este concurso
restringido parte de una primera fase de selección de entre 4 y
8 empresas de acuerdo a criterios objetivos (experiencia, equipos humanos,
implantación local…), para en una segunda fase adjudicar el contrato
a la empresa cuya oferta sea, conforme a las puntuaciones de tres expertos
independientes entre sí, la que obtenga la mejor valoración
en función de parámetros de precio y de calidad técnica.
La mejor media de las tres puntuaciones sería la que se hiciera
con el contrato.
Asimismo, y
dentro de esas líneas rojas, los ingenieros se muestran especialmente
preocupados por las bajas temerarias en los concursos de licitación,
que nunca deberían superar la barrera de los cinco puntos porcentuales
sobre la baja media de las ofertas presentadas. No obstante, tan importante
es poner coto a la temeridad como ser tajante a la hora de aceptar las
justificaciones de estas bajas por parte de los licitadores cuando presentan
ofertas temerarias. Y es que, tal y como reclama el sector, la aceptación
de una oferta en baja temeraria debe ser algo excepcional y nunca deben
aceptarse argumentos poco objetivos y vagos.
Al mismo tiempo,
los ingenieros piden que los criterios de valoración de las ofertas
técnicas y económicas sean similares a los que utilizan la
Comisión Europea y otras entidades como el Banco Mundial, lo que
incluye que de igual manera que a la mejor oferta económica se le
dan 100 puntos (sobre 100), ocurra lo mismo con la mejor oferta técnica.
Según
el director general de Fidex, Fernando Argüello, “las ingenierías
pedimos simplemente que España trasponga la Directiva Comunitaria
fielmente de acuerdo a lo que consideramos las tablas de la ley en la contratación
de la ingeniería. Ya vamos mal en tiempos, pues la nueva Ley debería
haberse aprobado en abril de 2016, y la situación puede agravarse
si la ley que surja tras el debate parlamentario no cumple con estos mandamientos
para poner fin a la ingeniería low cost y a las subastas, que provocan
posteriores sobrecostes, imprevistos y retrasos en los plazos de ejecución
de las obras. Dinero que pagamos todos los contribuyentes”.
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