Además,
de aquí a 2030 el 30% de los inmuebles de una empresa serán
superficies flexibles, lo que repercutirá en la duración
de los alquileres. Los edificios que estén peor situados tendrán
que ofrecer superficies de alta rotación a precios superiores que
las empresas estén dispuestas a pagar. En el futuro, los espacios
de trabajo cambiarán en función de la situación empresarial
y por ello los propietarios deben prestar atención a sus inquilinos
y saber qué tipo de superficie demandan en cada momento. “El aumento
de la volatilidad generará más recompensas para los propietarios
activos que tengan las superficies adecuadas en los lugares adecuados”,
explican desde JLL.
Este nuevo
panorama tecnológico supondrá que la polarización
entre las ubicaciones prime y las secundarias se acentuará y hará
ganar atractivo a la rehabilitación de edificios. Las que se adapten
peor a esta nueva realidad caerán en la obsolescencia y las reformas
de inmuebles para usos alternativos incrementarán su atractivo “a
medida que la tecnología haga posible la reconfiguración
de superficies viejas que anteriormente eran insostenibles”.
En general,
tres son las nuevas superficies que demandará el inquilino inmobiliario
en un futuro próximo. Por un lado, las empresas buscan edificios
superprime, inmuebles de máxima calidad en excelentes ubicaciones
y “diseñados para adaptarse a los colosos de la nueva economía”.
Estos activos irán escaseando y al final serán el área
menos volátil del mercado inmobiliario, lo que sostendrá
los precios. Para JLL, estas superficies “ofrecerán unas rentabilidades
estables a largo plazo a los inversores con mayor intolerancia al riesgo”.
En el otro
extremo, los arrendatarios quieren superficies “flexibles, modulares y
construidas para adaptarse a las fluctuaciones de los ciclos empresariales
y a las trayectorias de crecimiento erráticas” de las startups.
Según
JLL nacerán un nuevo tipo de activos a medio camino entre los alquileres
institucionales y los espacios de trabajo compartidos. Serán superficies
para empresas que necesitan entre 500 y 2.000 metros cuadrados. Este nuevo
segmento “se apoyará a menudo en alianzas que aunarán el
capital y los conocimientos especializados necesarios para gestionar activamente
lo que se convertirá en un uso de los espacios cada vez más
fluido”.
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