El negocio
inmobiliario contemplado en el acuerdo está compuesto por unos 78.000
activos inmobiliarios con un valor bruto contable de aproximadamente 13.000
millones de euros, y los activos y empleados necesarios para la gestión
de este negocio. Se ha valorado el conjunto del negocio en aproximadamente
5.000 millones de euros, de ahí que el precio final para el 80%
estará determinado por el volumen de activos finalmente aportados,
que puede variar, entre otras razones, por las ventas realizadas hasta
el cierre.
Los activos
inmobiliarios están repartidos principalmente entre Cataluña,
Madrid y Valencia. La transacción incluye también un acuerdo
entre BBVA y la sociedad del grupo Cerberus Haya Real Estate para que ésta
preste servicios de servicing inmobiliario de la cartera de inmuebles de
la que BBVA sea titular una vez se haya cerrado la operación.
La cartera
de 13.000 millones de euros ha sido tasada en 5.000 millones, recibiendo
BBVA 4.000 millones por la venta de la participación del 80% a Cerberus.
Los activos se han valorado al 39% de su importe bruto. El precio está
en línea con el nivel de provisiones ya constituido por BBVA (62%),
por lo que "el impacto de la operación en la cuenta de resultados
no será significativo", ha indicado el grupo. En términos
de capital, la desconsolidación de los inmuebles tendrá un
efecto "ligeramente positivo". La ratio de solvencia de máxima calidad
del banco está actualmente en el 11,2%.
Con todo, los
impactos finales no se conocerán hasta la segunda parte de 2018.
Es entonces cuando está previsto que se cierre la operación,
una vez fijado el perímetro definitivo del negocio traspasado y
se reciban todas las autorizaciones de los supervisores.
Una vez completada
la transacción, el riesgo inmobiliario de BBVA será de 4.800
millones en brutos en crédito promotor, que se reduce a 2.800 millones
netos por estar saneados al 42%. El banco también mantiene sus participaciones
de en torno al 30% en Testa y Metrovacesa, que ya prepara su salto al parqué
en 2018.
El acuerdo
con Cerberus incluye igualmente el traspaso a la nueva sociedad de parte
de la infraestructura de Anida, la gestora inmobiliaria de BBVA, incluido
parte de la plantilla. Además, el fondo estadounidense, a través
de su sociedad Haya Real Estate, prestará a BBVA servicios de servicing
de la cartera de inmuebles que conserve tras la operación.
A diferencia
de otros competidores, BBVA ha mantenido en los últimos años
el control total de su negocio inmobiliario. Para eliminarlo del balance,
venía optado por las ventas a minoristas y de grandes carteras a
fondos oportunistas. Pero es ahora, dada la presión de los supervisores
y las persistentes dificultades del entorno bancario, cuando las entidades
han empezado a cerrar operaciones en bloque, aun siendo más gravosas
para las cuentas de resultados.
La reducción
del riesgo inmobiliario permitirá a BBVA liberar capital y reducir
necesidades de provisiones, así como bajar costes operativos. Sólo
en los últimos tres años, su unidad de activos dañados
ha perdido casi 1.400 millones de euros. Tras la venta, el banco tendrá
una de las exposiciones inmobiliarias más bajas del sector. La banca,
en términos generales, confía en completar la limpieza de
balance entre 2018 y 2019.
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