En el
período del boom inmobiliario, entre
2003 y 2008, en un contexto de fuerte
crecimiento económico y crédito fluido y barato al
sector de la construcción, el formato cooperativista pasaba
desapercibido para las empresas promotoras y constructoras.
Con la
llegada de la crisis económica en
2008 a la CAE, y la práctica
ausencia de crédito promotor para
la financiación de las promociones
inmobiliarias acaecida después, desde las
entidades financieras y, por ende, desde las empresas constructoras, se
comienza a percibir el formato de cooperativa como una modelo especialmente
adecuado para lograr un mayor nivel de garantía y un menor
riesgo financiero.
De este
modo, la totalidad de los agentes consultados
coinciden en apuntar que el factor decisivo
que explica el crecimiento de la actividad promotora a través de
cooperativas se vincula, en gran medida, con el
brusco cambio en la política crediticia de las
entidades financieras al sector promotor y constructor.
En el escenario
de fuertes restricciones crediticias, el escaso volumen de crédito
se orientaba a operaciones de mayor garantía
financiera en las que el formato de
cooperativa resultaba especialmente adecuado ya que:
Supone
una mayor diversificación (atomización)
del riesgo, al ser el conjunto de
los socios cooperativas los que responden
por el crédito promotor, a diferencia
de una operación tradicional en la que responde
una única empresa.
Se transfiere
el riesgo al socio cooperativista desde el inicio de la promoción,
al requerir para la concesión del crédito la solicitud
a las cooperativas de un porcentaje muy elevado (superior al
75%) de socios ya comprometidos, lo
que supone, de hecho, que la mayor
parte de las viviendas ya estaban vendidas en el momento
de recibir el crédito.
Así,
en los últimos años ha sido habitual la
inclusión en licitaciones de promociones
de vivienda la condición de que la
empresa adjudicataria sea una cooperativa de vivienda.
Diferentes
apuestas empresariales se han consolidado en
estos años de crisis: cooperativas
creadas por las empresas promotoras tradicionales
versus cooperativas especializadas en el sector.
Con los
condicionantes previos descritos, conviven en
el mercado actual dos tipos de cooperativas
de vivienda: unas que nacen de la apuesta
instrumental de las empresas promotoras tradicionales
por este modelo, y que explican el crecimiento experimentado de este
formato en los últimos años,
junto con empresas especializadas que ya
existían con carácter previo a la crisis
y que tienen entre sus señas de identidad, el impulso y gestión
de promociones mediante el formato de cooperativa.
ANTECEDENTES
23 de agosto
de 2016
NOTICIA
ADAPTADA AL SISTEMA EDUCATIVO inmoley.com DE FORMACIÓN CONTINUA
PARA PROFESIONALES INMOBILIARIOS. ©
PROMOTORAS
INMOBILIARIAS DISFRAZADAS DE COOPERATIVAS DE VIVIENDAS
¿Qué
aprendo?
Se analiza
en la guía práctica inmoley.com de cooperativas de viviendas.
Según el informe Observatorio Vasco de Vivienda relativo a las cooperativas
de viviendas, diferentes apuestas empresariales se han consolidado en estos
años de crisis: cooperativas creadas por las empresas promotoras
tradicionales versus cooperativas especializadas en el sector. Conviven
en el mercado actual dos tipos de cooperativas de vivienda: unas que nacen
de la apuesta instrumental de las empresas promotoras tradicionales por
este modelo, y que explican el crecimiento experimentado de este formato
en los últimos años, junto con empresas especializadas que
ya existían con carácter previo a la crisis y que tienen
entre sus señas de identidad, el impulso y gestión de promociones
mediante el formato de cooperativa. De este modo, como se ha indicado algunas
de las empresas constructoras y promotoras de mayor dimensión procedieron
a utilizar el formato de cooperativa de vivienda, como forma meramente
instrumental, para poder continuar con su actividad empresarial y acceder
al crédito promotor en las condiciones que les planteaban las entidades
financieras. Estas empresas constituyeron cooperativas ad hoc, de cara
a la captación de socios en diversas promociones de vivienda protegida
llevadas a cabo en los últimos años, aplicando el modelo
cooperativista desde un enfoque instrumental o formalista.
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conocimiento en valor añadido > Herramienta práctica >Guías
prácticas
Al mismo
tiempo, a esta apuesta instrumental de las empresas promotoras y constructoras
tradicionales, debe añadirse la existencia desde años previos
a la crisis, de un número más reducido de empresas promotoras
que venían ya trabajando con el formato de cooperativa de vivienda,
como seña de identidad de su labor promotora.
Estas empresas
han continuado llevando adelante promociones de vivienda libre y protegida
durante este período de crisis inmobiliaria, a través de
un modelo efectivamente cooperativista, respondiendo a los objetivos y
criterios cooperativistas, cooperativas gestionadas a través de
consultoras y empresas especializadas en este tipo de actividad.
El creciente
número de consultas y situaciones que requieren el arbitraje.
DATOS
Si en 2008
sólo una de cada veinte viviendas protegidas se edificaban en Euskadi
con esa fórmula, en 2014 fueron una cada tres (500 sobre un total
de 1.400 en números absolutos, según el Observatorio Vasco
de Vivienda). En realidad, tal ascenso debe matizarse, puesto que actualmente
se ponen en marcha menos promociones de calificación pública
que antes. Pero hay que preguntarse si el volumen de edificación
de la 'burbuja' no es una referencia un tanto absurda; además, la
cooperativa -que gusta a los bancos porque transfiere el riesgo a los socios-
también se está aplicando ahora en el mercado libre.
No existen
datos oficiales sobre el número de pisos libres puestos en marcha
en cooperativa, pero existe otro indicador: en 2014 se crearon 350 sociedades
de ese tipo para construir vivienda en Euskadi, casi el doble que en 2004.
La tendencia
creciente es palpable en el territorio de Bizkaia, donde el año
pasado casi una de cada cuatro cooperativas era de pisos. Así se
explica que el sector inmobiliario esté detrás de casi la
mitad de las consultas que llegaron en 2014 al Consejo Superior de Cooperativas
de Euskadi para prevenir conflictos.
Ello ha
hecho saltar algunas alarmas en el Gobierno Vasco, donde se trabaja en
una ley de cooperativas y donde llegan voces de que es conveniente intensificar
el control. Un estudio del Observatorio de Vivienda, organismo dependiente
del Ejecutivo autónomo, informa de que algunas promotoras convencionales
se están dedicando a captar cooperativistas para obtener financiación
bancaria y porque las administraciones públicas lo exigen al licitar
promociones protegidas. Esas empresas, alerta el Observatorio, no funcionan
necesariamente como las gestoras de cooperativas que han existido siempre
-impregnadas de una filosofía muy definida-, sino que habrían
entrado en el sector a título meramente instrumental, para movilizar
suelos y vender pisos, y «sin responder en todos los casos a los
principios cooperativos de participación e implicación de
los socios».
El hecho
de que estén surgiendo más cooperativas en el País
Vasco en el sector inmobiliario no ha causado hasta ahora escándalos
de «gran impacto económico o social». Pero los expertos
a los que ha consultado el Observatorio no las tienen todas consigo. Y
no descartan -«no resulta improbable», dicen exactamente- que
en el futuro puedan producirse «situaciones no deseables, asociadas
a promociones que no hayan respondido a las expectativas y a los principios
que deberían haber regido las cooperativas y que terminen en los
tribunales».
VER INFORME
COMPLETO DEL OBSERVATORIO VASCO DE VIVIENDA RELATIVO A LAS COOPERATIVAS
DE VIVIENDAS
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