Tras dos sentencias
que fallaron a favor del derribo del complejo turístico cacereño
Isla de Valdecañas, su ejecución sigue aún pendiente
de un informe de la Estación Biológica de Doñana,
dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC),
que fue solicitado hace más de un año.
El encargo
del alto tribunal de la comunidad autónoma es responder a cinco
cuestiones. La primera: ¿Lo que había antes del complejo
era una península o tres islas? En segundo lugar: qué características
medioambientales (fauna, vegetación y paisaje) presentaba el lugar
antes de que se levantara el complejo, y si estas particularidades justificaban
que fuera declarado Zona de Especial Protección para las Aves (Zepa).
Además, la Estación deberá aclarar cómo han
evolucionado esos patrones de vida natural en el periodo comprendido entre
la construcción del complejo y la actualidad.
La tercera
cuestión a aclarar es si los estudios que se hicieron para la Declaración
de Impacto Ambiental y para el Plan de Vigilancia vigente durante la construcción
y puesta en servicio del resort fueron adecuados. La cuarta plantea si
el impacto de Marina Isla Valdecañas sobre el medioambiente del
lugar ha sido positivo o negativo. Y la quinta va al grano: efectos de
una hipotética demolición y respuesta a la pregunta de qué
sería mejor desde la óptica medioambiental, si dejar el lugar
tal como está o echar abajo todo lo construido.
A partir de
toda esta información, el TSJEx decidirá si la sentencia
se ejecuta o si se atiende la petición de la Junta de Extremadura,
que defiende la inejecución, entre otros motivos porque costaría
34 millones de euros sumando los gastos directos y el impacto sobre el
empleo. En este punto, no hay discusión posible, pues los magistrados
ya dejaron claro que decidirán sin tener en cuenta factores económicos.
En ese auto del 19 de marzo del año pasado, el tribunal ya expresa
con claridad que solo atenderá a criterios medioambientales.
El propio hecho
de elegir a la Estación Biológica de Doñana y no las
otras opciones que planteaban las partes (la UEx o empresas privadas) da
una pista sobre la postura del tribunal, a quien este organismo del CSIC
le merece «total seguridad de imparcialidad y asegura un resultado
científico contrastado».
En el auto
de hace un año, el TSJEx solicita que el estudio incluya «un
seguimiento completo, durante el tiempo que fuera necesario, de las poblaciones
de aves de la Zepa». Y en especial, de dos especies: el milano negro
y el milano real. Aunque Xavier Querol prefiere no precisar los plazos
que se manejan para la realización del informe, difícilmente
transcurrirá menos de un año. O sea, otro más para
un proceso judicial que en 2017 cumplirá una década.
«Exclusivos
apartamentos de uno a tres dormitorios en la mejor ubicación de
la isla, con terrazas de 40 metros cuadrados orientadas al sur y magníficas
vistas sobre el embalse de Valdecañas». Así se sigue
anunciando en internet el macrocomplejo turístico construido en
una isla del pantano de Valdecañas, como lo hacía antes del
fallo judicial.
Pero sobre
esta construcción pesan dos sentencias: una del Tribunal Superior
de Justicia de Extremadura (TSJEx) de marzo de 2011 y otra del Tribunal
Supremo de febrero de 2014 que declaran la nulidad del Proyecto de Interés
Regional (PIR) aprobado por la Junta de Extremadura en el 2007 y que permitió
la recalificación de los terrenos para la construcción. Ambas
sentencias obligan al Ejecutivo extremeño a demoler lo construido
y a restituir los terrenos a su estado original.
Ante esta situación,
la Junta presentó ante el TSJEx un escrito en el que exponía
la «inejecución de la sentencia» y entre los motivos
que alegaba estaba el alto coste, unos 34 millones de euros sumando los
gastos directos y el impacto sobre el empleo. También lo justificó
en que la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) sobre la que
se construyó «tiene más vida y viven más aves
ahora en ella que antes». Algo que niegan las dos organizaciones
ecologistas, Adenex y Ecologistas en Acción, que fueron quienes
denunciaron el caso hace ya casi una década, ya que aseguran que
se ha avasallado un espacio que estaba «virgen y protegido».
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