Según
informa el diario la verdad de Murcia, los problemas de habitabilidad originados
por el exceso de exposición al sol obligaron hace varios años
a la Universidad de Murcia a instalar un sistema de protección que
amortigüe la radiación solar y los reflejos. Es una pantalla
que actúa como una ´segunda piel de vidrio´ y atenúa
el exceso de luz. Cuando en 2010 se dio a conocer esta solución
se presentó con un gran logro que ahorraría 5.000 euros al
año. El mismo problema tiene el instituto del Carmen, construido
en el Cuartel de Artillería. El arquitecto forró el edificio
de metal, pero “se olvidó” de las persianas y del aire acondicionado
o se quedó sin presupuesto antes de instalarlos, lo que provocó
las protestas de los estudiantes a los pocos meses de su inauguración,
dado que las aulas ocupadas por una treintena de alumnos se hicieron insoportables
en cuando llegó la primavera. Y se pusieron las persianas.
También
la nueva sede de Urbanismo de la avenida Abenarabi, conocida como ´El
Titanic´, que costó 25 millones de euros y es toda de cristal,
ha obligado al Ayuntamiento a buscar una solución para evitar las
quejas de los funcionarios, mediante la instalación de unas persianas,
presupuestadas en 70.000 euros, que no han llegado a ponerse.
El edificio
de Abenarabi fue un diseño de los arquitectos Andrés Perea
y Paco Sola. El inmueble se levantó en una parcela municipal de
6.733 metros cuadrados y tiene una superficie de 13.466 metros cuadrados,
a la que hay que sumar 27.649 de sótanos. Cuando se adjudicó
su construcción, el anterior equipo de gobierno justificó
el despliegue de cristal que cubre todo el edificio aduciendo que está
pensado para que los empleados puedan disfrutar de una relación
prioritaria con el exterior y para que los ciudadanos observen la transparencia
de la gestión municipal.
Sin embargo,
pese a los problemas y las molestias que la falta de protección
llega a causar en estas construcciones, no existe todavía una norma
que prohíba el uso de materiales que dificultan las condiciones
de habitabilidad y encarecen la factura energética sin tener en
cuenta las imposiciones del clima. La consejería de Fomento, que
tiene las competencias en Urbanismo, ha eludido pronunciarse sobre esta
cuestión.
EL CRISTAL
Y EL CTE
No obstante,
el decano del Colegio de Arquitectos, Rafael Pardo, explicó que
el Código Técnico de la Edificación, que está
en vigor desde hace una década, establece pautas de obligado cumplimiento
para garantizar la eficiencia energética de las nuevas construcciones.
Pardo admite que en esta norma «no dice si se puede poner una fachada
de metal o de vidrio», aunque regula las condiciones que debe cumplir
un edificio y los aislamientos que debe incorporar y establece unas categorías
de eficiencia energética, «como las que tienen los electrodomésticos»,
en función del consumo que se les atribuye. «Hoy en día
todos los edificios tienen que ser energéticamente sostenibles»,
aseguró el decano. «Me consta que ahora se le da importancia
no solo desde el punto de vista técnico, sino hasta ético.
Pardo admite
que en la etapa anterior a la crisis •la arquitectura reflejaba la percepción
colectiva de que «todos nos creíamos más ricos.
Esto ha cambiado
después de la recesión. La sociedad quiere confort y calidad,
con los pies en el suelo».
Recordó
que «la arquitectura tradicional era una arquitectura inteligente»,
que dotaba a las edificaciones de «muros gruesos y pocas ventanas.
Sin necesidad de hacer cálculos, se tenían en cuenta los
criterios energéticos». El presidente del Gremio de Instaladores
de Frío y Calor apuntó que algunas torres de cristal de la
ciudad están provistas de una segunda pantalla interior, que deja
una cámara de aire junto a la fachada para que haga el efecto chimenea
y facilite la circulación del aire. No obstante, destacó
que cuando las cuatro vertientes de un edificio son de cristal, «siempre
hay una fachada en la que da el sol».
|