EXTRACTO
DE ENTREVISTA DEL PERIÓDICO EL PAÍS A JUAN CLOS, DIRECTOR
EJECUTIVO DE ONU HABITAT.
Joan
Clos, exalcalde de Barcelona, es director ejecutivo de ONU Habitat. Consuelo
Bautista
Pregunta.
¿Cuáles son los grandes retos de las ciudades? ¿En
qué debería basarse la agenda urbana?
Respuesta.
En un triángulo entre tres planificaciones que deben ir juntas:
la jurídica y política; la física, el urbanismo; y
la económica y financiera, para que la actividad y el empleo de
las ciudades no decaiga, que es uno de los retos de la convivencia ciudadana.
Hay ciudades perfectamente diseñadas, pero vacías.
P. Usted
da mucha importancia a la planificación, al urbanismo.
Los barrios
vallados rompen la estructura urbana transparente, la lógica de
la movilidad colectiva, de la calle como espacio de convivencia
R. La ausencia
de planificación puede generar un riesgo incluso estratégico,
de seguridad. Lo ves en la cara de amargura de la gente que vive en los
suburbios (slums) de Asia, Latinoamérica o Asia, ves la tensión
que representa vivir en pésimas condiciones entre la abundancia.
P. En la
sesión inaugural alertó de la proliferación de los
barrios cerrados.
R. Es una
fórmula cada vez más frecuente. En Barcelona no hay, pero
en Madrid sí, y expresan patologías urbanas. Que la gente
se vea condenada a vivir en barrios así es una prueba de la pérdida
de calidad urbanística mundial. Una ciudad vallada y de baja densidad
no es ciudad. Se convierten en ciudades dormitorio improductivas. El Estado
no puede garantizar seguridad a los ciudadanos y se privatiza. Los barrios
vallados rompen la estructura urbana transparente, la lógica de
la movilidad colectiva, de la calle como espacio de convivencia.
P. ¿En
qué zonas del mundo se concentran?
R. En todo
el mundo. Y no son solo barrios ricos, otras veces se cierran los pobres.
Una favela, por ejemplo, donde no entras si no tienes permiso, es otra
forma de barrio vallado.
P. Han presentado
un informe sobre la pérdida de espacio público. ¿Qué
supone?
R. En las
zonas de crecimiento el espacio público no llega ni al 25%, muy
por debajo de lo que sería conveniente. Se pierde en capacidad urbana
de integración, de creatividad, de acoger la diversidad, se hacen
barrios más segregados que acaban siendo quemados o generando conflictos
sociales. Si lo sumas al incremento de la inmigración estás
aumentando el riesgo de explosión social.
P. El estudio
muestra que los peores indicadores se dan en las ciudades más ricas
y más pobres.
R. Sí.
Necesitamos sociedades capaces de generar clase media. Este es el gran
riesgo: la gente va a la ciudad con esperanza de mejor futuro para ellos
y sus hijos, pero las grandes estructuras no están produciendo capacidad
de integrarles de forma productiva. Entonces la ciudad se convierte en
un riesgo social, la primavera árabe no fue otra cosa que la revolución
de la juventud desempleada.
P. El liderazgo
de las ciudades y su planeamiento debería ser de los Ayuntamientos.
¿A quién hay que pedir responsabilidades?
R. A los
Estados, que son quienes facilitan los recursos a los Ayuntamientos. Es
fundamental reclamar la responsabilidad del Estado en la calidad urbanística,
establecer las reglas de juego. Y si los fondos no lo permiten hay un problema
estructural: la gente va a las ciudades independientemente de si hay Ayuntamiento:
ni lo sabe ni le importa. Además hay muchos que no tienen recursos
y si llega un inversor le dejan hacer. Las ciudades subsaharianas tienen
de media seis dólares por habitante al año (aquí estamos
en 1.500), no les podemos pedir que planifiquen, porque no hay Consistorio.