la obligación
de los municipios de adecuar su planeamiento urbanístico a las disposiciones
de la Ley 2/2006, de 30 de junio, de Suelo y Urbanismo requieren de una
inmediata modificación de la cuantificación residencial fijada
por las Directrices de Ordenación Territorial vigentes.
Este plan urbanístico
creado para el periodo 2014-2022 verá reducido el número
de nuevas casas previstas para los años que restan del plan. Con
relación a la expansión de viviendas, se permite un máximo
de un 18% más que el actual parque residencial hasta 2022, con lo
que establece unas 186.500 casas en los próximos siete años.
Es decir 186.463 nuevas casas hasta 2022, unos 11.018 pisos al año.
En Guipúzcoa
podrá haber 58.622 nuevas viviendas, en Vizcaya 88.294 y en Álava
39.547. Antes del cambio normativo, la capacidad máxima era de 287.491
nuevas casas, con lo que la rebaja ha sido del 35% respecto a los datos
anteriores.
El propio Gobierno
vasco ha realizado una estimación de que en los próximos
años serán necesarias 88.144 nuevas residencias y justifica
esta diferencia en que “a la finalización del periodo las existencias
remanentes de suelo residencial sean suficientes para que el mercado no
sufra un recalentamiento indeseable por falta de oferta”.
Distintos factores
como las necesidades de primera vivienda, la evolución demográfica,
la demanda de segunda residencia o la vivienda desocupada disponible han
producido esta reducción de las previsiones, además de evitar
los errores del pasado que llevaron al boom inmobiliario, como la construcción
en exceso o las recalificaciones urbanísticas millonarias.
En zonas de
Mungia (25%), Igorre, Álava Central y Laguardia (entre el 14% y
el 15%) tienen las mayores previsiones. Por el contrario, Eibar, Mondragón-Bergara,
Gernika-Markina y Bilbao Metropolitano tienen las estimaciones más
bajas de Euskadi, con menos de un 8%.
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