La competencia
por la compra de suelo y la búsqueda de unas TIR más altas
por parte de los fondos tensionan los precios del suelo, dejando espacio
para cierto crecimiento por parte de las cooperativas.
En los finales
de las crisis inmobiliarias, los fondos de inversión son muy activos
en la compra de carteras de hipotecas fallidas y de grandes carteras de
activos adjudicados. La alta competencia compradora en estos procesos competitivos
ha llevado a los fondos a diversificar sus inversiones inmobiliarias, buscando
mantener sus TIR de dos dígitos.
Además,
se introducen en el negocio promotor formando alianzas con promotores,
que aportan su capacidad de gestión, y centrándose en el
desarrollo de suelos finalistas o en la terminación de promociones
inacabadas, sin entrar, al menos de momento, en el desarrollo de suelos
urbanizables, si bien empiezan a plantearse algunas operaciones sobre suelos
en gestión, para aprovechar la venta de oportunidad.
En cuanto a
precios del suelo, los fondos de inversión pagan unos precios por
el suelo con los que no pueden competir las cooperativas y promotores tradicionales
por los suelos más prime, debido a sus márgenes y tipos de
inversión, por lo que están comprando suelos en ubicaciones
más periféricas, aunque con demanda.
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