Tipos de humedades
estructurales más frecuentes -condensación, infiltraciones
laterales y capilaridad- así como el origen, las consecuencias y
las posibles soluciones que existen para erradicarlas de forma definitiva.
La importancia
del tratamiento de las humedades estructurales radica en las consecuencias,
muchas veces desconocidas, que tiene para la vida de las personas y de
los edificios.
La realidad
es que un muro de carga con humedad pierde aproximadamente el 50 % de su
poder de carga, ya que se debilita la fuerza de cohesión de los
elementos y materiales que constituyen dicho muro.
Además,
el contacto de esta superficie mojada con el aire hace que se produzca
la oxidación de la pared, lo que puede dar lugar a un problema de
notable gravedad que en casos extremos, en los que la estructura dañada
no soporta la totalidad del peso de la carga, puede provocar un derrumbe
parcial o incluso total de la estructura o del edificio.
Otro efecto
importante es el que tiene que ver con el consumo energético de
los aparatos de calefacción ya que con la humedad en el hogar, éste
se dispara.
En el ámbito
de la salud, la humedad puede provocar problemas respiratorios, alérgicos,
dolores musculares e incluso enfermedades pulmonares, además de
que es el hábitat perfecto para el desarrollo de ácaros,
hongos y bacterias.
En España
hay dos tipos de edificaciones, las que se construyeron antes de la entrada
en vigor del Código Técnico de la Edificación CTE;
y las que se hicieron posteriormente. Las primeras sufren en muchas ocasiones
una falta de aislamiento hacia el exterior, lo que supone la aparición
de humedades en los interiores de los edificios. El CTE contiene un estudio
obligatorio de extracción de aire viciado y humedades de las viviendas,
pero hay casos en los que, a pesar de tener un buen sistema de evacuación,
siguen produciéndose condensaciones, debido sobre todo a una mala
selección del aislamiento (carpintería, impermeabilizaciones,
paramentos, cámaras aislantes…). Con el CTE las viviendas se cerraron
hacia el exterior, provocando el efecto contrario, del exterior ya no entran
humedades pero sí que se generan internamente por condensación.
Son dos casos opuestos que se dan de forma generalizada en los edificios
de nuestro país, apareciendo uno u otro caso en función de
la antigüedad de la construcción y del sistema constructivo
elegido en su momento.
Las humedades
por condensación son las que están más relacionadas
con la eficiencia energética, en el sentido que se producen por
un exceso de envolvente en el edificio y por una falta de permeabilidad
en el mismo. Los métodos más adecuados para extraer estas
humedades requieren de un consumo energético, ya que suelen emplearse
sistemas que van cableados a la red eléctrica (CTA’s), pero este
consumo se compensa claramente por el ahorro logrado a la hora de calefactar
aire seco en lugar de aire húmedo.
En cuanto a
las condensaciones, que suponen una sobresaturación de agua en la
atmósfera de un inmueble, el tratamiento que se emplea habitualmente
es el de las CTA’s (Centrales de Tratamiento de Aire), que rebajan esta
saturación mediante un procedimiento de extracción, de inyección
de aire del exterior y de expulsión de aire viciado.
IMPERMEABILIZACIONES
Las aguas de
empuje horizontal, cuya patología se produce sobre paramentos verticales;
y las aguas de empuje vertical cuya patología se da sobre paramentos
horizontales.
Las de empuje
horizontal son las filtraciones y se producen siempre en cota bajo rasante,
en zonas enterradas (filtraciones en paredes de garajes, de trasteros…).
Para este tipo
de casos se emplean tratamientos encaminados a hacer que el agua no afecte
horizontalmente a estos paramentos, y en este sentido es muy importante
saber que el agua no es en sí un elemento patológico (oxidación).
En estos casos,
el tipo de tratamiento que hay que emplear debe evitar la oxidación
del agua sobre el sistema constructivo. Para ello se suelen emplear resinas
multicapa sobre el paramento vertical afectado, evitando que el agua evapore
y oxide al entrar en contacto con la atmósfera del inmueble. Hacia
las zonas de tierra no tendríamos problema porque estamos dentro
del terreno y por debajo de la cota cero. Además, como es impermeable,
se evita la entrada de agua al edificio (el muro sigue mojado pero no se
deteriora, al no oxidarse).
En el caso
de aguas de empuje vertical se crea una barrera antihumedad similar a las
de edificaciones de nueva planta. Una membrana continua impermeable que
evite que el agua suba a partir de ese punto.
Cuando el edificio
ya está construido esto se puede lograr mediante inyecciones de
resinas, microemulsiones siliconadas expansivas, que crean una barrera
horizontal antihumedad sobre el elemento que ya existe. Se aplica normalmente
a la altura de la cota cero, para que a partir de ese punto el agua no
suba.
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