Antes de hacerse
con la parcela, el grupo se informó en el Concello de las opciones
existentes para derribarlo ya que durante años estuvo protegido.
Sin embargo, la comisión de seguimiento del Plan Especial de Edificios
a Conservar dio su visto bueno favorable a su eliminación. Aunque
hubo algunas voces que reclamaron su conservación, concretamente
el Instituto de Estudios Vigueses, la decisión de Urbanismo no ha
sido contestada.
Tras confirmar
que podría construir un edificio de nueva planta, Ballesol cerró
la adquisición de la parcela con la Sareb, el denominado banco malo.
Después, presentó su proyecto al Concello y tramitó
la licencia.
La decisión
de Urbanismo y la existencia de un grupo inversor interesado evitó
que prosiguiera el deterioro del edificio desde que en el año 200
cerró por el traslado del colegio Cluny a la Carretera Provincial.
Desde entonces hubo diversos intentos de construir, pero el Concello no
levantó hasta el 2008 la obligatoriedad de destinarlo a dotación
educativa.
La intención
de Valery Karpin fue destinarlo a edificación residencial, motivo
por el que se hizo con el terreno. Sin embargo, no cumplió con las
obligaciones del préstamo que le había concedido la desaparecida
Caixanova, que se quedó con el bien inmueble. Tras la fusión
con Caixa Galicia y su posterior transformación en Abanca, el viejo
colegio terminó en la Sareb, quien finalmente se lo vendió
a Ballesol para su residencia de mayores.
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