El edificio
tiene 7.000 m2 de superficie distribuidos en una planta baja y cinco
pisos, está catalogada como bien de interés cultural desde
el año 1979 y muchas partes de su estructura como la fachada, el
patio interior, las vidrieras y la escalera, están protegidas. El
principal reto con el que se enfrentarán los arquitectos es el estado
en que se encuentra tanto el interior como el exterior, ya que el edificio
está cerrado desde 2005 y ha sido víctima de numerosos robos
y actos vandálicos.
El año
2007, el Ayuntamiento de Barcelona impidió que la inmobiliaria Landscape,
en manos del Banc Sabadell, vendiera el edificio para hacer un hotel de
cinco estrellas. El consistorio, ejerciendo su derecho de tanteo y retracto,
compró la finca por 26 millones de euros con la idea de convertirla
en un centro de interpretación del Modernismo y en el Museo de Arquitectura.
Este proyecto nunca se realizó y dos años después
el Ayuntamiento vendió la Casa Burés a la Generalitat con
la intención de convertirla en oficinas de la conselleria de Economia.
Finalmente
salió a subasta la Casa Burés junto con otros edificios públicos
para intentar sanear las arcas públicas catalanas. Después
de un tiempo de búsqueda infructuosa de comprador y de diversos
proyectos fracasados para convertir el inmueble en un hotel, en diciembre
de 2014 la Generalitat vendió el edificio a Europe Capital por 18,8
millones de euros, un 28% menos del precio que se pagó siete años
antes.
La rehabilitación
de la Casa Burés no tiene todavía fecha de finalización.
La razón es que la finca modernista de 1905 obra de Miquel Pascual
y Francesc Berenguer, de 7.000 m2 distribuidos en una planta baja y cinco
pisos, está catalogada como bien de interés cultural desde
el año 1979 y muchas partes de su estructura como la fachada, el
patio interior, las vidrieras y la escalera, están protegidas.
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