15 de enero
de 2014
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URBANISMO.
PLAN REGIONAL CAÑADA REAL DE MADRID.
Convertir conocimiento en
valor añadido:
Más de dos años después de que se aprobara la ley
de 'desafección' de la Cañada Real, a través de la
cual el terreno dejaba de ser una vía pecuaria protegida y pasaba
a ser terreno patrimonial de la Comunidad de Madrid, los ayuntamientos
de Madrid, Rivas y Coslada han acordado reorganizar el urbanismo legalizando
algunas viviendas consolidadas y erradicando el chabolismo. La comunidad
autónoma aprobó en marzo de 2011 una ley que desafectaba
esos terrenos y daba dos años para alcanzar un consenso entre la
Comunidad y los municipios afectados (Madrid, con casi 13 kilómetros
y un ancho de 40 a 80 metros; Rivas, con tres kilómetros; y Coslada,
con 900 metros).
Herramienta práctica
> Guías prácticas:
urbanismo.
La Comunidad de Madrid tiene ya
redactado y listo para su firma el acuerdo marco con el que pretende regularizar
el asentamiento de la Cañada Real.
El documento, al que ha tenido acceso
EL PAÍS, expone en líneas muy generales el siguiente plan:
urbanizar ese tramo de 14,4 kilómetros, en el que viven 7.725 personas;
vender el suelo a los residentes que lo puedan pagar; y realojar a varios
miles de personas. Otras tantas se quedarán, sin embargo, sin realojo.
No incluye plazos, pero divide el
calendario en dos fases: tan pronto como Rivas se sume al acuerdo entre
el Gobierno regional, Madrid y Coslada, se actuará sobre las zonas
más consolidadas. Para más adelante quedará el sector
6, el más complejo por encontrarse en suelo no residencial, por
la pobreza de sus moradores, y por haberse convertido en un fortín
de narcotraficantes.
700 años de historia. Alfonso
X reguló las cañadas reales en 1273 como vías para
trasladar el ganado a través de la península.
La Cañada Real Galiana, Riojana
o de las Merinas recorre 400 kilómetros desde La Rioja a Toledo.
Atraviesa la Comunidad de Madrid en un tramo de 93 kilómetros, pero
el foco de conflicto son los 14,4 que discurren por zonas limítrofes
a la capital. Allí, la inmigración rural de los años
cincuenta y sesenta llevó a ocupar de forma irregular esta vía
con racimos de chabolas que brotaban durante la noche. Se creó así
“una ciudad lineal no planificada”.
El asentamiento creció en
las siguientes décadas, primero por la llegada de madrileños
“en busca de residencia” y de población gitana, y en los años
noventa con inmigrantes extranjeros (fundamentalmente, marroquíes
y rumanos) y personas de otros poblados chabolistas desmantelados.
Fuera de plazo. La Comunidad cree
que “la llegada de nuevos colectivos ha ido generando cada vez mayor conflictividad”.
“Por ello”, el Gobierno regional que presidía entonces Esperanza
Aguirre (PP) aprobó en marzo de 2011 una ley que desafectaba esos
terrenos y daba dos años para llegar a un consenso entre la Comunidad
y los municipios afectados (Madrid, con casi 13 kilómetros y un
ancho de 40 a 80 metros; Rivas, con tres kilómetros; y Coslada,
con 900 metros). A esta norma se opusieron PSM, IU y los tres municipios
afectados.
El plazo expiró sin acuerdo
el pasado julio. La Comunidad podría haber impuesto su solución,
pero ha preferido seguir negociando. Las reticencias de Rivas al documento
han impedido hasta ahora el consenso.
El suelo y la gente. El acuerdo
se resume en dos cuestiones: qué hacer con el suelo y qué
hacer con la gente que vive en él.
Pese a la insistencia de Madrid
(PP) y Rivas (IU) en ocuparse primero de la gente, la Comunidad ha preferido
dar preferencia a un punto de vista urbanístico.
La piedra de bóveda del plan
es que el suelo se venda a aquellos propietarios que puedan probar su derecho
a comprarlo. Los que no puedan, junto a los que no tengan el dinero necesario
o habiten una casa sin las condiciones mínimas de salubridad y seguridad,
habrán de ser realojados.
Ahí entra en juego el segundo
punto: qué hacer con esas miles de personas que deberán ser
realojadas, y, sobre todo, con aquellos que tendrán que marcharse
sin derecho a realojo. El documento no aporta soluciones, solo una batería
de medidas para mejorar la convivencia y condiciones de vida de los que
se queden.
Seguridad. El plan regional, consensuado
con la Delegación del Gobierno, resume en apenas dos folios y medio
lo obvio: se hará un esfuerzo coordinado para erradicar la delincuencia
enraizada. El principal mercado de droga de la región se asienta
en un tramo del sector 6 (Madrid), donde conviven los fortines blindados
de narcotraficantes con los toxicómanos de paso. El plan de seguridad,
en cualquier caso, no aporta ni un solo dato concreto.
Urbanismo. “El objetivo esencial
será consolidar el mayor número de residentes y de viviendas,
en aras de la normalización urbanística y social”, reza el
documento. Se creará un consorcio entre la Comunidad y los municipios
para el desarrollo urbanístico, con un modelo preferentemente residencial
de viviendas unifamiliares que no superen las dos plantas. Solo los habitantes
censados en 2011/12 tendrán derecho a comprar sus viviendas.
El censo. La Cañada ocupa
107 hectáreas. Sobre suelo de Coslada hay censadas 927 personas,
la inmensa mayoría en viviendas consolidadas. En Rivas hay 1.132
personas (un 60% magrebíes, el resto españoles). En Madrid
hay 5.666 personas; la mitad ocupa viviendas deterioradas que habría
que derribar. Además, la mayor parte del tramo (el sector 6) no
es suelo urbanizable por la cercanía del vertedero de Valdemingómez.
Madrid estimó que unas 4.500 personas deberían marcharse,
y que un 40% debería hacerlo sin derecho a realojo. Se tendrían
que marchar. O ser expulsados.
El documento aplaza ese problema:
“Dada su complejidad, y debido a la necesidad de actuar primero socialmente,
llevará un proceso diferenciado y más prolongado”. Una vez
concluya (en no menos de una década), el suelo albergará
“un parque tecnológico, empresarial e industrial”.
Cuentas descuadradas. Los realojos
correrán a cargo del consorcio, que también deberá
encargarse de urbanizar la zona. Todo ello, con los ingresos obtenidos
de la venta del suelo. Madrid ya ha avanzado que, en su tramo, la urbanización
costaría 250 millones, y los realojos otros 100. El suelo difícilmente
podría pagar esa cantidad, a riesgo de ser demasiado caro para los
residentes.
Una posibilidad para cuadrar las
cuentas sin necesidad de dinero público sería la venta a
precio de mercado de las parcelas deshabitadas o que no puedan ser compradas
en el futuro por sus actuales ocupantes
El plan social. Son seis páginas
(un tercio del documento) de líneas generales, que orillan la madre
del cordero: los realojos.
Su objetivo es mejorar la convivencia
y relaciones vecinales de quienes se queden, evitar la formación
de guetos, combatir el absentismo escolar y el desempleo, contar con mediadores
de las distintas comunidades, etcétera. Para ello, se hará
“un diagnóstico más exhaustivo de la situación de
las familias” antes de decidir las intervenciones a realizar.
Nada se menciona sobre cómo
se harán los realojos, un problema agravado por la decisión
de Madrid de paralizar la construcción de pisos protegidos y por
la venta por parte de la Comunidad de miles de sus viviendas. Además,
el documento insiste en que las áreas limítrofes de la Cañada,
donde sobreviven cerca de 700 personas en peores condiciones aún,
no se incluirán en el plan.
“No queremos hacer un gueto”
Fausto Fernández, concejal
de Urbanismo del Ayuntamiento de Rivas (IU), explica que la “falta de un
plan social específico” le impide respaldar el acuerdo marco de
la Cañada Real redactado por el Gobierno regional (PP), como han
hecho ya los otros dos municipios afectados (Madrid y Coslada, del PP)
y la Delegación del Gobierno (PP).
“Este texto es una solución
parcial. No busca una solución integral para todo el asentamiento,
para lo que está dentro y fuera de la Cañada Real... Por
ejemplo, apuesta por consolidar el mayor número de viviendas y pobladores.
Nosotros pensamos que hay que urbanizar la Cañada y sus aledaños
con coherencia urbanística y social”, razona el concejal.
El Ayuntamiento que encabeza José
Masa cree que la “consolidación del mayor número de residentes
y de viviendas” podría derivar en un área más degradada
que la actual si no se acompaña de medidas sociales concretas. “Nuestra
propuesta es integrar, no cambiar el chabolismo horizontal por otro vertical”,
razona Fernández, que plantea otras dudas: “¿Qué pasa
con los habitantes en los márgenes de la Cañada? Se les ignora,
es como si no existieran. Se tiene que proceder a gestionar una salida
digna a todos los afectados”, argumenta Fernández, al que preocupa
que el sector 6 “se dé directamente por perdido” en el documento.
“El plan social que proponemos no
tiene nada que ver con el que el PP nos ha facilitado, porque no se profundiza
en los problemas a resolver. Se dedican a detallar los recursos sociales,
los equipamientos y coberturas que tienen ahora mismo todos los ciudadanos,
como la Renta Mínima de Inserción que perciben sus beneficiarios
independientemente de donde vivan... Es una estafa”, sentencia.
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