5 de octubre de 2009
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EDIFICACIÓN,
LA ARQUITECTURA ANTE EL ABISMO
Valor añadido:
edificación, la arquitectura ante el abismo. Guía práctica
inmoley.com relacionada: edificación y obras. La situación
del sector ha abierto un deba sobre el futuro de la arquitectura a la salida
de la crisis. Los más pesimistas creen que el ejercicio profesional
de la arquitectura, tal y como se conoce actualmente, desaparecerá.
Primero porque habrá que adaptarse a una edificación industrializada
que abaratará los costes y en segundo lugar porque la subsistencia
de los pequeños estudios de arquitectura resulta complicada en zonas
de competencia media. El mercado podría segmentarse en: oficinas
de arquitectos muy grandes y multidisciplinarias, con grandes dosis de
ingeniería, boutiques de arquitectos que ofrecen un valor de marca
o de influencia específica en un determinado territorio y los pequeños
estudios de arquitectura en una lucha de costes imposibles y desprotegidos
por la intromisión no cualificada en el ámbito de actuación
de la arquitectura. El ejercicio privado de la arquitectura tendrá
que absorber a muchos arquitectos que han dejado de prestar sus servicios
en las nóminas de las grandes promotoras.
Por Su Interés Transcribimos
el artículo de opinión publicado en la Nueva España
por Angel Noriega, decano del Colegio oficial de arquitectos de Asturias.
El 5 de octubre celebramos el «Día
mundial de la arquitectura», bajo el lema «El dinamismo del
arquitecto frente a las crisis globales».
Tal como se manifiesta en la declaración
del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, los
arquitectos nos enfrentamos a la crisis con la energía de sabernos
responsables del tiempo que viene y con el conocimiento que da el saber
que somos los diseñadores del espacio habitable.
La arquitectura es una disciplina
enmarcada en el ámbito de las ciencias, y es también una
de las bellas artes. Y para ejercerla hay que tener en consideración
leyes y normas pertenecientes al ámbito jurídico y de las
letras. Comprende actuaciones tan diversas como la edificación,
el urbanismo y las valoraciones. Se necesita el buen conocimiento de las
estructuras y de un número cada vez mayor de instalaciones. Requiere
habilidades que van del dibujo a la redacción de textos, pasando
por un sinfín de aplicaciones informáticas.
Hablamos de arquitectura, de la
construcción de la ciudad, de la ordenación del territorio.
De los éxitos de la arquitectura
y de los arquitectos españoles en el mundo dan cuenta los múltiples
premios internacionales y encargos profesionales que reciben desde fuera
de nuestras fronteras. Sin embargo, ese éxito aplaudido por todos
no puede ocultarnos o enmascarar la otra realidad, la de más de
50.000 arquitectos en toda España que se enfrentan a una profunda
crisis económica que pone en peligro la supervivencia de sus empresas
(los estudios de arquitectura), la mayoría modestos en su estructura
pero perfectamente facultados para la redacción de proyectos de
gran calidad arquitectónica, respondiendo a la cada vez mayor complejidad,
involucrándose en una formación permanente, introduciendo
nuevas formas de colaboración entre arquitectos y con otros profesionales
especialistas, logrando una combinación de escalas que nos permiten
abordar proyectos de máximo nivel.
Sin embargo, parece que algunos
quieren aprovecharse de ello para convertir la arquitectura en un proceso
más del mercado, vinculado a la economía más que a
ningún otro criterio, y relegando la valoración de la calidad
arquitectónica. De este modo, un arte que puede llegar a ser poesía
se considera solamente como un factor productivo y un mero dato estadístico
en el currículum de algunos políticos.
Desde todos los niveles de la Administración
y todas las fuerzas políticas de distinto signo presentes en ellos
se ponen trabas a la libre circulación de las ideas, de las ideas
arquitectónicas, que se fiscalizan con procesos burocráticos
arbitrarios que supuestamente pretenden ser objetivos pero que no buscan
más que la mejor opción económica. Y cuando se animan
a seguir procedimientos en los que se permita valorar ideas o soluciones
arquitectónicas, como la contratación mediante concursos
de arquitectura, van al límite de la legalidad -en el mejor de los
casos- dejando la calidad en un segundo plano.
El encargo de proyectos de arquitectura
y urbanismo por parte de la Administración debe atenerse a unas
condiciones específicas perfectamente compatibles con el marco legal
general: deben eliminarse trabas y restricciones que impiden o limitan
la concurrencia de un mayor número de arquitectos; prever unos plazos
adecuados para presentar propuestas y desarrollar los trabajos con el necesario
análisis y rigor; valorar adecuadamente la calidad de las propuestas
arquitectónicas y el trabajo que implica su elaboración?
En definitiva, considerar que se trata de encargar un trabajo arquitectónico
en todas sus facetas, y no un suministro o una ejecución de obras.
Como también se señala
en el manifiesto del Consejo Superior, los arquitectos españoles
estamos a favor de afrontar la crisis desde el cambio, pero un cambio hacia
la mejora en la calidad, belleza y tecnología de las arquitecturas
que abogan por las dinámicas de sostenibilidad, la inclusión
social, etcétera.
En definitiva, el camino hacia la
excelencia, la innovación? Pero la excelencia no se impone, se alcanza.
Se llega a ella trabajando en todos los frentes; no sólo legislándola,
sino poniendo los medios necesarios a disposición de la sociedad.
Las administraciones deben poner los medios para que se desarrolle de una
forma lógica, empezando por ayudas a la formación, al desarrollo
de metodologías y a la aplicación práctica, incidiendo
más en el concepto que en la mera aplicación de unas normas
concretas; normas que, una vez más, son redactadas ignorando los
conceptos esenciales de la arquitectura y del urbanismo, que se generan
a golpe de influencias e intereses comerciales y conceptos supuestamente
técnicos, pese a que los arquitectos han ofrecido el apoyo necesario
para evitarlo.
A la salida de la crisis, que según
se deduce habrá sido sólo financiera y económica,
¿con qué nos encontraremos? ¿Con un mercado aún
más liberalizado que todo lo resuelve? La oferta se ajustará
a la demanda y así la capacidad de destrucción disminuirá,
pensarán algunos; es decir, parece que tendremos resuelto el problema
de la cantidad, del «cuánto», pero, ¿tenemos
resuelto el de la calidad, el del «cómo»? ¿No
es ahora cuando habría que estar trabajando en esto? ¿No
es ahora el momento de preparar el futuro que se presenta incierto pero
que suponíamos distinto? ¿Qué debate público
se incentiva y se provoca desde las instituciones públicas?
El debate político -seguimos
hablando de ordenación del territorio, de la construcción
de la ciudad, de arquitectura- no refleja nuestras preocupaciones,
atiende principalmente a intereses partidistas. ¿Cuál es
la contribución de los partidos políticos a la educación,
a la difusión del conocimiento de estas materias en nuestra sociedad
regional?
Los arquitectos y sus instituciones
colegiales también nos sentimos responsables de esta situación,
pero reclamamos un marco en el que trabajar dignamente contribuyendo a
encontrar las respuestas. A pesar de todo, es un día de celebración:
la arquitectura española disfruta de buena salud y proyección
en el mundo, pero no tanto los arquitectos y sus empresas.
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